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lunes, 24 febrero 2020

Limpieza de correo electrónico

NV-IMP1021.jpgNo miro mis correos electrónicos muy a menudo, los odio. Son tan fríos. Solía mirar rápidamente los títulos y responder a los que parecían importantes. Tengo miles en mi bandeja de entrada.

Mi esposo trató de explicarme cómo clasificarlos en carpetas y leerlos regularmente. Sin embargo, soy así en la vida real. Un desastre. Cuando me dejó, hace un año, intenté reconstruir mi vida. Diría que estoy mejor ahora que estoy sola. Decidí mudarme a otro pueblo y pasar la página completamente.

El otro día quería limpiar mi correo electrónico. Decidí borrar casi todos los mensajes de mi bandeja de entrada, pero nunca había mirado antes la carpeta de basura. ¡Qué sorpresa! Contenía miles de mensajes, la mayoría de ellos de publicidad y verdadero spam. Quería borrarlos de una vez, pero no sé por qué, los clasifiqué por tamaño y miré el más grande. Tenía un título muy extraño: un secreto sobre su marido.

Lo abrí y era realmente una bomba. Contenía muchas fotos de él con mi antigua vecina que vivía justo delante de nosotros. Una chica joven y bonita que conocíamos desde que era una niña. La fecha del correo electrónico era de hace cinco años. Un remitente anónimo y un simple texto: No podía decírtelo personalmente así que decidí enviar un correo electrónico. Depende de ti elegir qué hacer. Lamento mostrarte esas desagradables fotos que tomé de mi ventana.

Bueno, al final también borré todos los correos de la carpeta de spam. Me pregunto si tendré más cuidado en el futuro.

16:31 Anotado en Cuentos | Permalink | Comentarios (0) | Tags: ficción, informática, spam

jueves, 26 junio 2014

Volumen de datos

informática, tecnologíaHace mucho tiempo, es decir como treinta y ocho años, en uno de mis primeros contratos de ingeniero informático, me tocó diseñar no sé qué encuesta que iba a ser almacenada en tarjetas perforadas de papel para luego procesarla en un computador central muy potente para la época. Mi tarea era poner el máximo de información en el mínimo de espacio. Cuando terminé mi primer diseño, me reuní con uno de los responsables que sacó la calculadora para ver cuántas tarjetas perforadas se iban a necesitar, cuánto costaría la captura de datos y el material. Llegó rápidamente a la conclusión de que era muy caro y me pidió que revisara el diseño para reducir la cantidad de información. No recuerdo exactamente, pero quizás no iban a ser más de dos mil o tres mil tarjetas que eran de ochenta caracteres aproximadamente, es decir que el fichero completo hubiera ocupado unos 234 KB. Hoy cualquier foto digital ocupa treinta veces más de kilobytes sin ningún problema. Esa anécdota que había casi olvidado me vino a la memoria pensando en el volumen de datos en línea que está al alcance de cualquiera gracias a la Internet. Sorprendente, ¿no?

lunes, 04 marzo 2013

De picas y de famas (4)

NV-IMP840.JPGMe entró la duda de que se cumpliera la desigualdad triangular. Entonces traté de encontrar un contraejemplo calculando la distancia de una cantidad muy grande de palabras con ayuda del computador. Al comienzo de los años 90 los PC no eran muy potentes. Mi programa calculó día y noche durante una semana sin llegar a encontrar un solo error.

Comentando estas dificultades con mi amigo Ascánder, me dio una idea genial. Como la fórmula funcionaba para palabras de la misma longitud, me dijo que podría considerar que dos palabras eran siempre de longitud igual rellenando la más corta con espacios. ¡Por fin pude probar que la fórmula así modificada era una distancia!

Me puse a la tarea de crear un prototipo de corrector ortográfico para la base de datos terminológica a partir de unas cincuenta mil palabras por idioma. Empecé con inglés, francés y español. El programa calculó día y noche durante una semana completa hasta llegar a una tabla completa de distancias que me daba resultados muy buenos y sugerencias de corrección impecables.

Todavía funciona en línea. Si uno busca una palabra que no está en la base, la interface propone una lista de palabras parecidas por si acaso se trata de un error de escritura.

Recuerdo que escribí un artículo para una revista especializada. La opinión del revisor del artículo era que a pesar de ser en efecto una fórmula de distancia, yo no había mostrado en qué era superior a la fórmula de distancia más comúnmente utilizada en informática y que consistía en calcular la distancia a partir del mínimo número de operaciones de edición necesarias para pasar de una palabra a otra con adiciones y supresiones de letras. Tenía razón, pero ese no era mi objetivo. Yo no quería demostrar que mi fórmula era mejor sino simplemente mostrar que funcionaba y era fácil de calcular.

Desistí de enviar el artículo a ese tipo de revistas, pero tuve la ocasión de presentarlo en una conferencia de ingeniería de terminología y bases de conocimientos en Alemania (TKE 1996). No estoy seguro de que el público haya entendido muy bien mi presentación, pero estuvo muy atento escuchándome.

Hoy podría adaptarla fácilmente al árabe y ruso, pero no vale la pena, ya que la mayor parte del tiempo las búsquedas se hace en inglés. Cuando uno busca en Google, el sistema propone palabras similares en caso de que no encuentre lo que uno busca o de que sospeche que uno busca otra cosa. Esos algoritmos de distancia están escondidos detrás de la pantalla. Curioso que un juego infantil me haya permitido realizar ese corrector ortográfico.