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sábado, 30 abril 2011

Perdido en la noche

NV-IMP738.JPGSteven me contó que estando de viaje durante un periplo laboral por varios países se despertó en la noche en un lugar desconocido y calmado. No había ningún ruido y no se acordaba dónde estaba. Salió de la habitación sin reconocer nada. Bajó a buscar con quien hablar pero todo estaba solitario y silencioso. Decidió volver a su cuarto creyendo que era una pesadilla y pronto despertaría en su casa. No lograba dormir ni recapitular el recorrido para determinar qué hacía allí. Impaciente volvió a bajar buscando una respuesta o indicios que lo llevaran a ella. Esa vez había alguien. No me lo dijo, pero probablemente sería alguien tan negro como él. Ni siquiera sabía en qué idioma tenía que hablar. Preguntó en inglés y poco a poco cayó en la cuenta de que estaba en un hotel de Cartagena de Indias y por fin terminó su pesadilla. Ha debido de ser horrible ese tiempo de despiste total. Me dijo que le encantaba mi país, esa ciudad colonial tan turística y bonita y sobre todo que le gustaba mucho el café colombiano, lo cual viniendo de un nigeriano conocedor de esa bebida y tan trotamundos, fue un buen halago.

jueves, 28 abril 2011

La suerte del anonimato

NV-IMP737.JPGPoder pasear por las calles sin que nadie te identifique ni te pida autógrafos o peor aún que te quieran agredir. Poder observar a los demás sin molestarlos ni ser molestado. Poder escribir lo que quieras y que a nadie le importe. No ser indispensable. (Nadie lo es de todas formas.) Como dicen, el cementerio está lleno de gente indispensable. Que nadie escriba sobre ti ni te tome como ejemplo o contraejemplo. Pasar sin dejar huella, sin hacerle falta a nadie. Hablar con desconocidos sin prejuicios ni perjuicios. Poder salir de viaje sin maletas ni equipaje. Que nadie te espere a la ida ni al regreso. Que ningún fotógrafo te persiga, que nadie te idolatre. Que las cenizas de tu cuerpo vuelvan al universo sin una lágrima. Que así como me pasa, con vergüenza y más frecuencia, de olvidar el nombre de alguien que conocí y dejé de ver por muchos años, pases desapercibido a los ojos de quien fue tu mejor amigo, tu más querida amante. Que nadie piense en ti por cualquier bobada. Que nadie te reconozca en fotos viejas. Que escribir o leer tu nombre sea como toparse con un nombre extranjero en una novela policiaca. Devolver todos los átomos de tu minúscula anatomía a la infinita masa del universo para reciclar tus sueños. Ese día mirarás el mundo como la huella de la mano del Homo Sapiens nos observa desde el fondo de la caverna y tendrás quizás por fin el gusto de saborear por fin la inmortalidad.

martes, 26 abril 2011

Turismo y trabajo

NV-IMP736.JPGCuando llegué a Europa hace más de treinta años siempre me tomaba fotos frente a lugares donde pasaba, sobre todo para enviar a mi familia. Era una forma de compartir y de marcar mi recorrido. Hace tiempo que me pasó la costumbre y salgo en muy pocas fotos, como en esta. Me llevo muchos menos recuerdos fotográficos que antes. Claro que con las cámaras digitales ahora es tan fácil tomar y desechar que vuelvo a exagerar. En la casa tengo cajas de negativos y diapositivas y ahora el disco duro se va llenando de más fotos y vídeos. La misma pregunta vuelve sin cesar: ¿qué pasará con esas fotos? Hace años, la última vez que miré fotos viejas con mi madre, ella me iba identificando a fulano y a zutana, pero a veces ya no se acordaba quién aparecía. Tengo buena memoria para lugares y caras y muy mala para nombres.

Me acuerdo que estuve de paso en esta ciudad piamontesa hace muchos años en mi primera excursión a Italia; en esta plaza exactamente, no, pero sí, en otra con una escultura ecuestre que volví a ver ayer o antier. Aquí me siento como dentro de una película de Fellini o de otros famosos cineastas italianos. El idioma me encanta; se entiende bien a pesar de falsos amigos o palabras que no tienen ningún parecido al equivalente español o francés. Turín está relativamente cerca de Ginebra, creo que más cerca que desde Grenoble.

El fin de Semana Santa fue ideal para este viaje. Es la primera vez que vengo a pasar varios días. El clima no estuvo mal. Un poco de lluvia el sábado y sol el resto del tiempo. Me encantó el Museo del Cine que bien valdría la pena visitar con calma. ¿Será otra vez? Ayer estuvimos tomando el famoso chocolate turinense en un sitio conocido: Al Bicerin en la Piazza de la Consolata. ¡Delicioso! Luego, viendo la iglesia vecina con un interior casi barroco y una forma circular u oval poco común. En casi todas las columnas había escritos pidiendo gracias por esto o aquello o recordando difuntos. La sorpresa fue encontrar uno que decía: «A ricordo e suffragio del conte Gaspare Gloria morto in Bogota nel 1891 – l’fratelli» Y la imaginación que se dispara y empieza a imaginar una novela sobre la vida de este desconocido que vivió hace más de un siglo.

Mañana empiezo una reunión de trabajo. Hoy acompañé a mi esposa al tren que casi la deja pues nos equivocamos de estación. Tocó correr, tomar el metro y por fortuna llegamos justo cuando el tren Turín-París paraba en el andén. Ahora habrá llegado a casa después cambiar de tren en Chambery. Regresaré el viernes en carro por el túnel del Monte Blanco. Espero no dormirme del cansancio. Con seguridad pararé a dormir siesta. A ver si ahora termino de preparar mi presentación para la conferencia de mañana.

15:17 Anotado en Viajes | Permalink | Comentarios (1) | Tags: bitácora, italia