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sábado, 28 febrero 2015

Au pays des rêves

NV-IMP897.jpgUn mois déjà en Colombie et cinq mois de retraite. Ça fait drôle quand même. Jusque-là c’est comme des vacances prolongées. Je n’ai pas eu le temps de m’ennuyer. Ce qui m’étonne le plus ce sont mes rêves.

Je sais par expérience qu’après un changement important dans la vie, comme un déménagement ou un nouveau travail, il faut du temps pour commencer à rêver du nouvel environnement. Je ne sais pas combien ça peut durer. En tout cas, je continue à rêver de ma vie en France et de mon ancien travail à Genève. Je me retrouve souvent au travail avec mes anciens collègues en train de faire des choses et parfois on me pose des questions que je ne peux pas répondre ou bien je suis en train de faire une formation linguistique ou technique puis je me rends compte soudain que je suis à la retraite et que je ne devrais pas être là.

Quand j’ai quitté la Colombie pour la France. Il m’a fallu du temps pour avoir des rêves en français et qui se passaient en France. Lorsque nous avons quitté Grenoble pour Paris ou Paris pour Gex ou Gex pour Ferney-Voltaire, mes rêves continuaient à se passer dans l’ancien lieu pendant longtemps.

Hier soir, je jouais au scrabble classique en français à Genève. C’était un tournoi avec beaucoup de participants. C’est peut-être parce que je continue à jouer au scrabble par l’Internet avec mon ami Olivier resté à Genève ou parce que nous allons certainement jouer ce week-end avec des amis en espagnol.

Pour l’instant, je ne me rappelle pas de rêves sur ce voyage la Colombie ou sur ce que je fais actuellement.

domingo, 28 octubre 2012

Desde el final

ficción,desilusión,memoria,cambiosHacía tanto tiempo que no se veían que no se reconocerían. Por eso se sentó con una flor en la solapa en la mesa convenida de la cafetería del centro comercial. Ella debería llegar con un sombrero de cinta roja, gafas negras y un vestido blanco y rojo. Se sentó entusiasmado a esperarla.

El mesero trajo la bebida que había ordenado. Mientras la saboreaba lentamente, pensaba en tantos lustros alejado de la ciudad. Treinta años de demoliciones y construcciones caóticas habían dejado reconocible solo la ciudad vieja. Si se hubiera quedado, todo le hubiera parecido natural y tal vez ya ni se acordaría de ella, la mujer que vendría de un momento a otro. Cuando se despidieron, le dijo que volvería a buscarla, se dieron un beso apasionado (¿en un cine, en un carro, en la sala de su casa?) pero la distancia borró las promesas y secó las lágrimas de los ojos.

Una sombra lo sacó de sus cavilaciones. Estaba frente a él la mujer que tanto quiso en su juventud. El corazón le palpitaba con fuerza. Se levantó para saludarla con un beso pero ella muy fría le tendió la mano y se sentó sin tardar.

‑De manera que has vuelto a la escena del crimen, Orlando.

‑No has cambiado, Amalia, siempre tan hermosa y elegante.

‑Casi no vengo, pero la curiosidad por ver tu cara me ganó. A ti sí que se te notan los años, amigo. Te veo canoso, gordo y arrugado, aunque parece que todavía tienes fuerzas. ¡Ja, ja!

‑Te encontré por Facebook. Deberías de tener cuidado con la información que publicas ahí. En tu perfil aparece tu dirección y teléfono. Poco prudente.

‑No sé cómo llegaste a mí ni por quién te hiciste pasar o amigo de quién te hiciste para poder entrar de repente en mi vida.

‑Te llamé varias veces pero no me atreví a hablar. Cuando por fin tomé valor, alguien me dijo que estabas de viaje. Menos mal que al fin pudimos darnos cita. Estuve paseando por el barrio. Todo ha cambiado. Lo veo más pequeño y viejo. Fue como recorrer postales antiguas con fachadas de hoy. Las calles donde caminábamos tomados de la mano, las casas de los amigos donde organizábamos fiestas, el club social donde nos conocimos desde niños… Ahora sí, vengo por ti.

‑¿Quién te crees? He hecho mi vida sin ti. ¿Esperabas sinceramente que dejaría todo ahora mismo para irme contigo? ¡Ja, ja! Pobre idiota.

Orlando pensó en el tiempo perdido, en su vida en Estados Unidos, en la clandestinidad, en los sufrimientos, en sus matrimonios y divorcios, en la enfermedad que le habían descubierto y que poco a poco iría a borrarle todos sus recuerdos y memoria. Para qué contárselo.

‑¿Con quién estás ahora?, Amalia. Todavía hay tiempo para revivir juntos ese amor que se nos escapó.

‑Para que sepas, estoy casada con un militar muy importante que se ha metido a la política y le está yendo muy bien. Tenemos dos hijos que van a tener mucho éxito en este país pues son expertos financieros. Me dedico a obras de caridad con ayuda de la iglesia. Todos tus recuerdos están quemados y destruidos tanto físicamente como mentalmente.

Sintió una puñalada en pleno pecho. Pareciera como si para vengarse ella hubiera buscado lo que él más odiaba en su vida: militares, banqueros, políticos y religiosos. Miró el reloj, contó las horas que le quedaban y se fue refunfuñando sin decir adiós. Esta vez sí no volvería jamás a encontrarse con ella.

domingo, 25 marzo 2012

Cambia, todo cambia

lucerna,incendios,cambios,historiaPaseando por Lucerna, Suiza, este fin de semana, me pareció visitar una ciudad congelada en el pasado, con sus murallas antiguas, sus castillos de piedra y sus fachadas pintadas a lo antiguo. Uno de sus famosos puentes de madera que atraviesan el río Reuss se incendió en 1993. Recuerdo las imágenes impresionantes en la televisión. Son puentes construidos en la Edad Media con muchas pinturas que decoran el interior. Si a uno no le cuentan lo sucedido, se puede imaginar que no ha pasado nada.

Muchos jóvenes que por allí se pasean son menores que el puente reconstruido y sin embargo el puente parece intemporal. Los cuadros cuentan historias de batallas, de santos de la época romana, de la presencia de la muerte en todas las situaciones de la vida.

Muy cerca al centro histórico hay edificios modernos como la estación de tren o el centro de conciertos. En una calle sin salida que llegaba hasta el borde del río un grupo musical tocaba al aire libre un concierto que parecía improvisado con éxitos del rocanrol que ya tienen veinte o treinta años.

De niño todo parecía definido y definitivo. Como en la canción de Serrat, me decían: así no se dice, eso no se hace, haz esto, haz aquello. Hasta el tiempo pasaba más despacio.

Hace treinta años el músico clásico más admirado era Beethoven, hoy parece que lo suplantó Mozart. De joven la salsa estaba muy de moda en Colombia, ahora lo que se baila es reggaetón o bachata o no sé qué otros ritmos. Los teléfonos que conocí de niño tenían disco y todos estaban fijos en la pared por un cable, después llegaron los de botones, los celulares y ahora ya funcionan con pantalla táctil. Lo que parecía ciencia ficción en las historietas de Dick Tracy, ahora es realidad pues usamos el mismo tipo de teléfono que tenía ese detective en los años sesenta.

El comunismo y la Guerra Fría estaban muy establecidos, ahora el capitalismo ha triunfado hasta en Rusia y China, pero lo que no cambia es que los pobres pobres siguen en la olla.

Hoy con una facilidad increíble uno escribe en la Internet diarios en forma de blog, abiertos a los ojos del mundo entero y todos esperamos comunicar con seres extraordinarios mientras si apenas le decimos buenos días al vecino del edificio. Eso no ha cambiado mucho.

Es posible que estemos viviendo un cambio de mundo con la crisis económica. Cuántos cambios logra uno ver durante el transcurso de la vida, sobre todo cuando se tiene la suerte de no morir joven. Además en el mundo y época que nos ha tocado vivir parece que todo se acelera. Hasta he tenido tiempo de ver cambiar la ortografía, la forma de hablar y de escribir. Seguro que la mitad de los libros que tengo en mi biblioteca ya no están actualizados.

El río Reuss como todos los ríos que no se secan sigue su recorrido y el agua sigue su ciclo para que todo parezca igual al día anterior, pero sabemos que no nos podemos bañar dos veces en el mismo río y que esta ciudad que parece inmutable también cambia.