sábado, 01 octubre 2016
La Pazza Gioia
Esta película es claramente una comedia dramática: uno se ríe mucho pero en el fondo son situaciones difíciles y tristes. Son dos pacientes en el límite entre la excentricidad y la locura que están internas en una institución psiquiátrica para mujeres. El ambiente de locura del comienzo del filme es muy opresivo con tanta gente histérica y extraña. El personal de la Villa Biondi trata de ayudarlas como puede pues algunas podrían recuperarse o al menos mejorarse por el bien de todas. Beatrice es de un medio aristocrático y habla hasta por los codos, mientras que Donatella es tímida y de un medio pobre y hasta marginal. Se vuelven amigas y aprovechan un momento inesperado para escaparse y volver a vivir en el mundo «normal» que las excluye. Las peripecias las llevan a confrontarse con el medio social del que han sido retiradas a la fuerza y a golpearse con sus propios problemas sin solución. Las actrices son muy buenas, aunque supongo que algunos de los locos lo son en realidad. Dura casi dos horas, pero no tiene tiempo muerto. Me dejó una sensación extraña: poco a poco uno entiende cómo llegaron a esa sin salida y cómo las dificultades son aun más grandes para la gente frágil. Me recordó las películas de Fellini y el buen cine italiano de los años sesenta y setenta.
Folles de Joie
Date de sortie : 8 juin 2016 (1h58)
De Paolo Virzì
Avec Valeria Bruni Tedeschi, Micaela Ramazzotti, Bob Messini
Genre Comédie dramatique
Nationalités Italien, Français
Synopsis : Beatrice est une mythomane bavarde au comportement excessif. Donatella est une jeune femme tatouée, fragile et introvertie. Ces deux patientes de la Villa Biondi, une institution thérapeutique pour femmes sujettes à des troubles mentaux, se lient d'amitié. Une après-midi, elles décident de s'enfuir bien décidées à trouver un peu de bonheur dans cet asile de fous à ciel ouvert qu'est le monde des gens « sains».
http://www.allocine.fr/film/fichefilm_gen_cfilm=241701.html
21:49 Anotado en Películas | Permalink | Comentarios (0) | Tags: italia, cine, comedia dramática, locura
miércoles, 01 junio 2016
La nave de los locos
Te debía esta reseña, querida Elena, pero como dice el dicho, el que mucho abarca poco aprieta: he estado ocupado en tantas cosas desde hace año y medio largo que se me estaba pasando poner por escrito mis impresiones sobre tu libro. Es hora de remediarlo ya que leyendo hoy en tu blog sobre los «amigos» que se ganan en Facebook pensé que hay que darle más cuerpo a esta relación ciberepistolar que hemos entablado gracias a la escritura.
Tu nave tiene muchos locos, unos ya están en el manicomio y otros andan sueltos con mayor o menor grado de excentricidad. Es una muestra del arca de Noé del género humano en la que viajamos todos tratando de salvarnos del diluvio.
Tus relatos suceden la mayor parte del tiempo en España con algunas escapadas a otras partes del mundo ya sea por viajes o porque uno que otro de tus personajes es extranjero. Me gustó ver algún cuento escrito dos veces en versión corta y luego larga o al revés. Me gustó el juego de los puntos de vista del narrador que muy a menudo habla en presente. Sería curioso saber cuántas personas distintas con nombre y apellido aparecen en tus páginas, pues son muchas. Se nota que te divierte ir entrelazando descripciones y datos en cada frase o párrafo largo sin que uno se de cuenta de la información esencial que has escondido. Te gusta poner pinceladas poéticas a tus textos dándoles un sabor distinto.
Fue interesante encontrar unos colombianos en tu prosa que dan una idea del imaginario que genera mi país y mis coterráneos en las mentes europeas. Supongo que a mí me pasará lo mismo cuando utilizo personajes de países que poco conozco y estereotipos aproximados. Hace años en un cuento puse un brasileño cuyo nombre le pareció muy raro a una amiga brasileña que lo leyó. Son los riesgos del oficio.
Además de locos, también hay escritores y poetas, profesores y detectives. Hay muchos amores y muertes en tus relatos. Son nuestro pan de cada día. Como aficionado al scrabble y enamorado de las palabras en general, me gustó aprender nuevo léxico, recordar palabras que no empleo o descubrir otros usos, regionalismos, ortografías o variantes. Anoté los siguientes:
- arquitectónicos (atanor, enjalbegado, escollera)
- aves (picapinos, trullo)
- comerciales (albaranes, tráfago)
- culinarios (camote, esmagar, hogaza, lechibolas, manchamanteles, marmitako, mechar, melifluo, orza, pábulo, picatostes, poso)
- de la tierra (búcaro, dehesa, légano)
- de tauromaquia (chicuelina, coso, gaonera, garapullo)
- de tejidos (bodoque, damasco, enmaronado, espuerta, estameña, jarapa, lazos de satén, maroma, tweed)
- decorativos (silla Thonet, visillo de plumeti)
- que me recuerdan el francés (feble, hebdomadaria, landó, parterre)
- del vino (abocado, agracejo, albariño, malvasía, uva alarije)
- gentilicios (lebaniego, somontano, turdetano)
- geográficos (regato, repecho, roquedo, vorágine)
- médicos (avenates, fiebre puerperal, hernia de hiato, interfecto, Mazindol, miasmas, puerperio)
- meteorológicos (cierzo, galerna)
- mitológicos (Gerión, ojáncanos, sílfides, valkiria)
- botánicos (acebuche, adormidera, aspidistra, brezo, chopo, espliego, esqueje, herbazal, hipérico, mies, ombú, retama, sargazo, tojo)
- verbos (arrebujar, camelarse, sestear)
- nombres (anagnórisis, arrojo, bonarda, carbunclo, fuero, guardés, gurruño, merceditas de charol, mientes, nuberos, quevedos, resquemor, sindioses, tramoya, trasiego, verde chernin, zarandaja)
- adjetivos (acallado, aciago, descalichado, ebúrneo, innúmero, palmario, procaz, proclive, torvo, zaino)
Me quedo con algunos personajes como don Armegol Sánchez en su Café Recuerdos, Armandita Leal y su salamandra jovial o el poeta Ernesto Pineda y su alumna imaginaria.
LA NAVE DE LOS LOCOS
Autora: Elena Marqués
(Narrativa, 118)
192 páginas • 17 €
ISBN: 978-84-16107-07-0
Acostumbrada a crecerse entre escollos y a sufrir los envites del naufragio, Elena Marqués traza en La nave de los locos varios casos de demencia, crímenes necesarios y no pocos suicidios razonables. En este libro, ganador del VIII Premio Vivendia-Villiers de Relato, se reúnen cuentos de muy diversa factura y se palpa como hilo conductor la aspiración de dibujar al ser humano en su pequeñez, su soledad y su inevitable sufrimiento.
Tras el relato que da título a la obra en un sintagma quizá demasiado conocido y utilizado a lo largo de la historia (desde El Bosco a Pío Baroja), se suceden los antihéroes que luchan sin éxito por arribar a buen puerto. Viajeros del azar, como el protagonista de El mapa y el tablero, o fugitivos de un pasado fatídico e irrevocable, como en Juegos de azar y de heliconia; hacendados resentidos como el padre de Clarita y el prófugo de Uvas blancas para un templo de jade, los personajes de este periplo literario pocas veces experimentan los avances de su voluntad salvo en el caso de aquellos que toman la pluma como espada.
Encontramos algunos tímidos homenajes a la literatura de García Márquez y de Cortázar, como en Nuevas recetas para la vieja Circe, junto a un recuerdo a la muerte de Ignacio Sánchez Mejías, como deseo de salvar al hombre de ese mundo sucio al que está condenado; una nave de locura y de muerte, de desesperación y pesimismo, de la que sólo los libros pueden salvarnos..
http://www.edicionesirreverentes.com/narrativa/Lanavedelo...
08:00 Anotado en Cuentos, Libros | Permalink | Comentarios (0) | Tags: literatura, españa, ficción, locura
sábado, 28 diciembre 2013
Pásenla por inocentes
A los diez años ya sabía que tenía algo raro en el cuerpo. Cuando corría o jugaba fútbol sentía como si en vez de cerebro tuviera unas piedras enormes por dentro que chocaban entre sí y le daban dolor de cabeza. A veces no podía dormir pues sentía palpitaciones en las sienes como si fuera a estallar un volcán interior. En otras ocasiones veía todo chiquitico como si estuviera mirando el mundo a través de unos prismáticos puestos al revés, como si fuera un microscopio, como si en lugar de ojos tuviera ventanas desde donde unos hombrecitos minúsculos controlaban su cuerpo que no era más que un robot gigante.
Las palpitaciones de su corazón lo ponían nervioso. Pensaba que tenía una bomba de tiempo programada para estallar de un momento a otro. Los ruidos de sus intestinos eran como cascadas interiores que rugían triturando los alimentos. Todo ese movimiento interno lo indisponía. Lo peor era cuando en su mente aparecían conflictos y contradicciones. Estaba convencido de que eran los hombrecitos minúsculos que no se ponían de acuerdo y no lo dejaban decidir tranquilo. Ni el yoga ni la meditación pudieron calmarlo, ya que la sensación de tener otro ser vivo dentro lo invadía cuando sentía su propia respiración y el pulso de su sangre en las extremidades. La piel se le erizaba de figurárselo, pero era peor pues los pelos moviéndose sobre la piel de gallina le daban repugnancia.
Por suerte tenía períodos de calma en los que olvidaba su cuerpo y podía ocuparse del mundo exterior. Era pintor y artesano. Tenía éxito. Vendía en un par de semanas cuadros de la selva y animales salvajes tallados en madera que había preparado durante varios meses para los turistas de la gran ciudad. Compraba provisiones y regresaba al bosque donde vivía solo en medio de sus duendes y fantasmas. Llegó a pensar que todos los humanos eran robots manejados por hombrecitos que los manipulaban desde dentro. Por eso no le gustaba mirar a nadie a los ojos.
Todo me lo contó en mi consultorio médico adonde me lo habían llevado desmayado. Estuve a punto de enviarlo a un manicomio. Al auscultarlo me sorprendieron los sonidos que hacían su corazón y pulmones. Nunca había escuchado el ruido de la selva en mi estetoscopio. Me explicó que tenía una opresión en el pecho que le dificultaba respirar. Se abrió la camisa y me mostró un forúnculo enorme que palpitaba amenazante.
Saqué un bisturí, desinfectante, algodón y gaza. Me puse guantes y una mascarilla que me cubría boca y nariz. Mis gafas me protegían los ojos. Le debía de doler mucho pues al palparlo se estremeció. En el momento en que corté la piel con el escalpelo, se abrió su pecho como un volcán y salieron volando bandadas de pájaros exóticos de mil colores. El pobre hombre se desinfló como un globo frío. Su cara tenía una expresión de alegría y descanso. Lo último que abandonó su cuerpo inerte fue un grupo de hombrecitos minúsculos que saltaron de sus ojos y corrieron a escaparse por debajo de la puerta. En segundos su piel inerte se fue encogiendo como si fuera elástica convirtiéndose en una nube de mariposas rojas. Todo desapareció por las rendijas de la ventana de mi consultorio. Titubeando del susto me fui a echarme agua fría en la cara y al mirarme en el espejo descubrí un grupo de hombrecitos minúsculos que me miraban y me siguen mirando, espiando y manipulando a través de la ventana de mis ojos.