domingo, 26 julio 2009
De Pablo a Salvador
(Respuesta a la carta encontrada en http://cartasfamosas.blogspot.com/search/label/Carta%20de...)
Salvador:
Me has escrito treinta cartas que no contestaré. Esta también se irá a la basura. Tuviste la osadía de ir inútilmente al Louvre después de verme a mí, siendo que tu inspiración has debido buscarla en la calle y en tus sueños. Te burlaste de mi comunismo, pero no pintaste nada parecido al Guérnica cuando tu amo y señor el Generalísimo hacía de las suyas con nuestra querida península. Tus provocaciones incesantes y tu extravagancia exuberante no lograron aniquilar tu pintura, ni la mía. Por más de que te quisieron quitar el título nobiliario de surrealista y te anagramaron Ávida Dollars, eres el más real surrealista de los pintores del siglo XX. Tus relojes blandos y tus paisajes catalanes de pianos y elefantes con pies de zancudo no pudieron quitarles la tercera dimensión a tus mamarrachos.
Mi cuarta dimensión es el plano de la tela del cuadro. Esto que estoy escribiendo y que nunca leerás no es una carta, es un juego literario. Nadie nos entenderá; no te preocupes. Faltan muchos años para que vuelvan a convivir dos personajes tan diferentes como tú y yo en el mismo siglo. Sin embargo no dejaré de ser tu amigo sin rencores fatuos. Con esto ya termino y te dejo descansar en tu Figueras o en tu Cadaqués o en tu Parnaso.
¡Sálvate solo!
Pablo
08:00 Anotado en Juego de escritura | Permalink | Comentarios (2) | Tags: pintura, carta, ficción
sábado, 25 julio 2009
¡Ay!, maleta perdida
08:12 Anotado en Viajes | Permalink | Comentarios (2)
jueves, 23 julio 2009
Mercado árabe
Pasearse en la noche por el gran zoco Hamidiye del centro de Damasco hasta llegar a la gran mezquita de los Omeyas construida en el año 705 cuando desde los alminares llaman a orar es como un viaje al país de las mil y una noches. Estuve con dos colegas egipcias que me sirvieron de intérprete y guías por las callejuelas viendo vestidos, manteles, carteras, zapatos, laúdes, muebles con incrustaciones de nácar y muchos artículos típicos. Cuando hay tantas cosas expuestas, me cuesta trabajo ver que algo sobresalga. Creo que en eso las mujeres nos ganan pues son capaces de descubrir cosas que se verán muy bonitas en otro contexto. Pensé en mi esposa y sobre todo en mi hija que pueden mirar cosa por cosa en esos mercados sin cansarse. Mi madre también era muy aficionada a esos mercados. Cuando vino a visitarme a Francia se divirtió mucho en sus compras en Florencia, por ejemplo.
Nos habían dicho que las tiendas cerraban a las ocho pero eran las nueve y todavía había mucha gente en la calle y casi todos los almacenes estaban abiertos. El acento egipcio se reconoce fácilmente en especial por la forma como pronuncian la letra yin que ellos pronuncian como una ge de gato. Por eso los vendedores aprovechaban para proponerles cosas que aprecian mucho en El Cairo. Un vendedor hasta les dio la dirección de un almacén que él tiene en ese país.
Una de ellas compró un mantel en algodón decorado a mano (eso dijo el vendedor aunque a mí me parece que hoy ya pueden fabricarlo con máquinas de coser) durante tres meses. La otra compró una variedad increíble de pistachos, nueces, almendras y otras semillas muy sabrosas.
Hay unos vendedores callejeros de bebidas que con un vestido muy típico hacen malabares con vasos llevando a cuestas un recipiente metálico muy grande con agua mezclada con sabores, pero que no me atreví a probar por miedo a los microbios. Vi mujeres vestidas de todas formas: unas cubiertas de pies a cabeza como fantasmas, otras muy a la occidental con su pelo suelto y maquilladas pasando por todos los términos medios de pañoleta; algunas muy bonitas aunque fueran solo unos ojos misteriosos que se cruzaron con los míos. No vi mujeres tan flacas como las que se ven en Europa ni tan gordas como se ven en Estados Unidos. De nuevo me divertí leyendo letreros y descubriendo palabras conocidas.
Ya en el hotel me llamó la atención una música fuerte que creí al comienzo fuera del televisor del cuarto de al lado, pero mirando por la ventana desde el quinto piso donde me encuentro vi una fiesta en una terraza donde la gente bailaba en una rueda, hombres y mujeres, viejos y niños, mientras los músicos tocaban unos tambores en el centro. Debía de ser una fiesta de matrimonio que duró hasta muy tarde y me perturbó el sueño.
Me ha parecido una ciudad muy viva y aparentemente divertida. Espero poder regresar con más tiempo, quizás a tomar un cursillo de árabe en algún instituto famoso.
09:51 Anotado en Viajes | Permalink | Comentarios (2) | Tags: medio oriente, damasco, árabe