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lunes, 20 septiembre 2010

Vendimias

NV-IMP682.JPGHacía mucho tiempo no iba a una fiesta de vendimias. Cuando pienso en viñedos recuerdo un dolor de espalda y de todos los músculos del cuerpo al segundo día de unas vendimias en Suiza donde estuve de estudiante años ha. El primer día parecía fácil a pesar de que me acosté cansado, pero el segundo fue un martirio: hay que ir a cortar uvas aunque le duela a uno hasta el pelo y las uñas. A partir del tercer día ya uno se acostumbra y puede pasar varios días en ese oficio sin problema. Por eso cuando veo a los agricultores agachados arreglando sus tierras les tengo respeto y me duele la espalda.

La fiesta de hoy fue en Russin muy cerca de Ginebra. Habíamos pensado ir a pie desde Ginebra bordeando el Ródano, pero al final los amigos que pensaban acompañarnos desistieron y sinceramente, a nosotros nos dio pereza ir solos. Será en otro año. En todo caso el día soleado y cálido estuvo magnífico. Las calles del pueblo estaban llenas de gente. La comida de feria y el vino de la región nos cayeron muy bien. Música en las calles, en restaurantes. Ventas callejeras y mucha alegría. Después vino el desfile tradicional con fanfarrias, carrozas, confetis, disfraces y gentío por todos lados. Una fiesta como la de cualquier pueblo. Aquí uvas y vino, allá café o caña de azúcar o cacao. El ritmo de las estaciones, aunque parece que el otoño no quisiera llegar.

08:00 Anotado en Recuerdos | Permalink | Comentarios (1) | Tags: fiesta, pueblo, cosecha

domingo, 19 septiembre 2010

Monólogo egocéntrico

NV-IMP681.JPGTerminé de leer el libro, lo cerré y me quedé pensando. ¿Cómo había podido cambiar tanto la percepción del universo desde el alba de la humanidad? La Tierra ya no era el centro del universo. Ya los astros no giraban en torno de nuestro planeta. Los planetas sí giraban alrededor del sol que fue el centro del universo durante varios siglos, pero después se descubrió que el sol no estaba en el centro de la galaxia sino que quedaba en una orilla. Como cualquier habitante de una gran ciudad que vive en las afueras y no en el centro histórico. Los avances de la ciencia mostraron que la galaxia, nuestra Vía Láctea, tampoco era el centro del universo. Había cúmulos de galaxias de las cuales la nuestra era solo una más. Vivíamos en una galaxia media, ni demasiado joven, ni demasiado vieja. Igual pasaba con el sol, una estrella media en tamaño y temperatura como millones de millones más en millones de galaxias. La Tierra era un planeta medio: ni el más pequeño ni el más grande, aunque quizás el único con vida humana, al menos en nuestro sistema solar.

La Tierra ya no era plana, Europa ya no era el centro del mundo, vivía en una ciudad mediana, ni rica ni pobre, era de clase media, era medio inteligente sin ser bruto ni genio. Trabajaba en una empresa media. No era desconocido ni reconocido. Ya mis padres no eran el centro del mundo, mis dioses, ni yo su centro de atención. Estaba en medio de la envidia, la admiración, el desprecio y la indiferencia de mis contemporáneos. Tenía los años medios de una vida adulta con una esperanza de vida tan larga como los años que ya había cumplido. Estaba en la edad media. Los demás siempre serían o más jóvenes o más viejos y cada cual seguiría siendo el centro del universo. El universo ya no tenía centro, cada uno de nosotros era el centro, el egocentro del mundo. Así me tranquilicé en mi edad media y mi mediocridad de escritor, de pintor, de músico, de jugador de ajedrez, de bailarín de tango, de amante fiel, de informático de pacotilla, pero el centro inmutable del universo que aunque no quisiera seguiría girando alrededor de cada uno de los millones de egocéntricos que poblamos el mundo. Ese libro me lo había aclarado todo... medio aclarado.

domingo, 12 septiembre 2010

Matachín

NV-IMP680.JPGNo sé qué me sorprende más, si descubrir que una palabra que yo creía universal resulta ser un colombianismo o encontrar una palabra que yo creía regionalismo de mi ciudad o departamento resulta ser del vocabulario común y corriente de los hispanohablantes. Anoche por ejemplo unos amigos peruanos me preguntaron si en Colombia también se le decía poto a lo que los españoles sin ningún reparo llamar culo, es decir al conjunto de las dos nalgas. Fue a raíz de una pieza de teatro chilena en la que hablan de potos, palabra que yo creía que fuera solamente chilena y resulta que tiene una extensión más grande. Pues en mi país se dice nalgas o trasero. Decir culo es vulgar y poto no se entiende. En el diccionario dice que poto se usa en el noroeste argentino, Bolivia, Chile, Ecuador, Paraguay y Perú, nada menos.

El caso contario es por ejemplo la palabra matachín. Para mí siempre había estado relacionada con personajes de carnaval que iban disfrazados con vestidos hechos de tiras de todos los colores. Corrían y bailaban por las calles y asustaban a los niños. También teníamos la expresión «estás vestido o pareces un matachín» para cuando alguien no sabe combinar los colores o se ha puesto demasiados y que no cuadran. Estaba convencido de que si hablaba de matachines a hispanohablantes de otros países me iban a mirar sorprendidos por no entenderme. ¡Resulta que no!

Según el diccionario de la Academia Española, la palabra viene del italiano mattaccino que es payaso o bufón y en el sentido que me interesa, significa:

  • 1. m. Antiguamente, hombre disfrazado ridículamente, con carátula y vestido de varios colores ajustado al cuerpo desde la cabeza a los pies.
  • 2. m. Danza de los matachines, que parodiaba las danzas guerreras de la antigüedad.
  • 3. m. Juego consistente en una especie de lucha con espadas de palo y vejigas llenas de aire, practicado por los matachines mientras bailaban.

dejar a alguien hecho un ~.
1. loc. verb. coloq. Avergonzarle.