miércoles, 07 julio 2021
Pub
Pues resulta que a finales de mayo fuimos a uno de los pub cercanos al apartamento en Bogotá. Antes de entrar nos cruzamos con un argentino vecino del edificio que paseaba a su perro. Nos saludamos. Llovía un poco. Él siguió su camino.
Buscamos una mesa al interior, pues la terraza parecía húmeda. Seríamos unos ocho clientes adentro y unos seis afuera. Miramos la carta por internet gracias al qrcode. La música es siempre fuerte en esos bares. Ya habíamos ordenado nuestro pedido cuando regresó la mesera a proponernos que tomáramos más bien la cerveza más cara del pub, pues un cliente nos quería invitar y pagar toda nuestra cuenta.
Sorpresa. Pensamos que fuera el argentino, pero no estaba ahí. Dudamos en aceptar, pero lo hicimos. Miramos a todos los clientes tratando de adivinar quién nos hacía esa atención.
Cuando nos trajeron el pedido, nos dejaron la factura pagada con una nota manuscrita que decía: ojalá todos los jóvenes pudiésemos ser como ustedes, abrazo y admiración.
Levantamos de nuevo la mirada y vimos a los jóvenes que nos habían invitado y brindaban con nosotros desde lejos.
Muy amables. Imaginamos que les recordamos a sus padres o abuelos. Calculo que tendrían unos 25 años. No demoraron en irse. Primera vez en la vida que nos pasa esto.
22:35 Anotado en Recuerdos | Permalink | Comentarios (2) | Tags: cerveza, generaciones
domingo, 19 enero 2020
Rebobinar
Esa noche, los niños estábamos jugando en la calle como en todas las vacaciones. Probablemente estábamos jugando como siempre al escondite o al fútbol. Uno de nosotros nos dijo que miráramos por la ventana de la casa de un vecino. En la sala, todos estaban reunidos para ver, en la penumbra, la proyección de una película de celuloide que el padre de la familia había filmado durante un paseo. Había imágenes de un tren que cruzaba el campo. Era un tren a vapor que, en aquellos años, seguía circulando por la carrilera desde Bogotá hasta Ibagué.
Una vez viajé en uno igual de Bogotá a Medellín con mi padre, que era jubilado de los Ferrocarriles Nacionales. Recuerdo el típico sonido, el olor y el movimiento de los vagones. Fue un viaje muy largo en asientos no muy cómodos a una velocidad bastante baja subiendo y bajando las montañas andinas.
Cuando nos vieron desde adentro mirando por la ventana, nos invitaron a entrar. Todos entramos y nos sentamos en el suelo. Era una película muda, pero en color. Reconocimos a las personas que aparecían en ella, porque eran todos de la misma familia Guzmán.
Lo mejor fue que el padre rebobinó la película para guardarla y la vimos proyectada al revés. La gente caminaba hacia atrás y el tren, en vez de escupir el vapor por la chimenea, se lo tragaba. Todos nos reíamos a carcajadas. Aceptó proyectarla varias veces así hasta que nos cansamos. Me dan ganas de volver a reír.
domingo, 07 abril 2019
Ciudadano del mundo
La ciudad que vive en mi mente es una mezcla de todas en las que he vivido y de las que guardo gratos recuerdos. De Colombia donde nací y pasé mi juventud recuerdo vagamente el pueblo cercano a la capital donde llegué al mundo pero que dejé a los tres años de edad. Imágenes de esa época lejana: la estación de tren donde trabajaba mi padre, el almacén de mi madre donde tenía su taller de costura y modistería, las cortinas rojas de mi cuarto, las gallinas, los perros, mis hermanos, el cine proyectado al aire libre en el parque y la mudanza a Ibagué donde pasé mi niñez y adolescencia. Me siento ibaguereño pues ahí crecí, recuerdo la casa de mis abuelos, mis tías, el barrio donde jugaba con otros niños, el camino al colegio, el calor húmedo y las fuertes lluvias tropicales, las sopas calientes y sabrosas a pesar del bochorno, los primeros amores y la astronomía que descubrí y practiqué en el colegio. Bogotá donde fui a estudiar ingeniería de sistemas y computación, una ciudad más fría y a más de 2600 metros sobre el nivel del mar. Una metrópoli enorme y desordenada. Nuevos amigos del país entero, nuevas experiencias y oportunidades. Me encantaba estudiar y aprender matemáticas, física, programación, electrónica, cibernética y otras muchas cosas interesantes. Después de graduarme trabajé en mi universidad investigando y dando clases. Grenoble, Francia, adonde tuve la suerte de irme a estudiar un doctorado. Nuevo idioma, nuevos amigos del mundo entero. Supe lo que era ser latinoamericano, el Tercer Mundo. Una ciudad industrial, turística y estudiantil. Ahí conocí a mi esposa y ahí nacieron nuestros hijos. París, otra metrópoli multitudinaria, donde trabajé en una gran empresa después de haber trabajado en una muy pequeña. La ciudad y los alrededores fueron el terreno de exploración para mi familia. Lo disfrutamos. Ginebra, Suiza, donde trabajé con una organización internacional la mayor parte de mi vida profesional y donde crecieron mis hijos. Una ciudad de tamaño mediano con muchas ofertas laborales y culturales. Todos estos lugares se mezclan cuando sueño y paso de uno al otro como si fueran vecinos y aledaños, aunque a menudo me pierdo en mis sueños buscando el camino en esos mundos extraños. A veces me despierto y no sé donde estoy. Me gustaría vivir en esa ciudad imaginaria mezcla de todas con toda la gente maravillosa que he conocido y que por razones evidentes ya no están cerca.
05:18 Anotado en Elucubraciones, Recuerdos | Permalink | Comentarios (3) | Tags: colombia, francia, ciudades