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domingo, 07 abril 2019

Ciudadano del mundo

IMAG2368.jpgLa ciudad que vive en mi mente es una mezcla de todas en las que he vivido y de las que guardo gratos recuerdos. De Colombia donde nací y pasé mi juventud recuerdo vagamente el pueblo cercano a la capital donde llegué al mundo pero que dejé a los tres años de edad. Imágenes de esa época lejana: la estación de tren donde trabajaba mi padre, el almacén de mi madre donde tenía su taller de costura y modistería, las cortinas rojas de mi cuarto, las gallinas, los perros, mis hermanos, el cine proyectado al aire libre en el parque y la mudanza a Ibagué donde pasé mi niñez y adolescencia. Me siento ibaguereño pues ahí crecí, recuerdo la casa de mis abuelos, mis tías, el barrio donde jugaba con otros niños, el camino al colegio, el calor húmedo y las fuertes lluvias tropicales, las sopas calientes y sabrosas a pesar del bochorno, los primeros amores y la astronomía que descubrí y practiqué en el colegio. Bogotá donde fui a estudiar ingeniería de sistemas y computación, una ciudad más fría y a más de 2600 metros sobre el nivel del mar. Una metrópoli enorme y desordenada. Nuevos amigos del país entero, nuevas experiencias y oportunidades. Me encantaba estudiar y aprender matemáticas, física, programación, electrónica, cibernética y otras muchas cosas interesantes. Después de graduarme trabajé en mi universidad investigando y dando clases. Grenoble, Francia, adonde tuve la suerte de irme a estudiar un doctorado. Nuevo idioma, nuevos amigos del mundo entero. Supe lo que era ser latinoamericano, el Tercer Mundo. Una ciudad industrial, turística y estudiantil. Ahí conocí a mi esposa y ahí nacieron nuestros hijos. París, otra metrópoli multitudinaria, donde trabajé en una gran empresa después de haber trabajado en una muy pequeña. La ciudad y los alrededores fueron el terreno de exploración para mi familia. Lo disfrutamos. Ginebra, Suiza, donde trabajé con una organización internacional la mayor parte de mi vida profesional y donde crecieron mis hijos. Una ciudad de tamaño mediano con muchas ofertas laborales y culturales. Todos estos lugares se mezclan cuando sueño y paso de uno al otro como si fueran vecinos y aledaños, aunque a menudo me pierdo en mis sueños buscando el camino en esos mundos extraños. A veces me despierto y no sé donde estoy. Me gustaría vivir en esa ciudad imaginaria mezcla de todas con toda la gente maravillosa que he conocido y que por razones evidentes ya no están cerca.

martes, 25 diciembre 2018

Espíritu navideño

NV-IMP1005.jpgEstoy de acuerdo en que la Navidad es importante por el espíritu de familia, de compartir y de estar reunidos sin importar las ideas religiosas. Imagino a los hombres primitivos temiendo que los días no dejaran de acortarse y muriera el mundo de frío en una noche eterna en esta época del año.

De niño a veces pasábamos Navidad en una finca de amigos. Nuestras dos familias eran numerosas. Los padres, la docena de hijos de muchas edades y otros familiares y amigos formábamos un grupo alegre y bullicioso. En esa época del año en el trópico hace calor y no suele llover mucho. El Niño Dios nos dejaba los regalos durante la noche mientras dormíamos. Íbamos a nadar a un río cercano o montábamos a caballo. Había música, baile, bebidas y comida típica. Rezábamos la novena y quemábamos pólvora.

Con mis hijos una vez pasamos una Navidad en las montañas nevadas de Grenoble, Francia, como en esas fotos de invierno que veíamos en Colombia y parecían de mentira. Esa vez me sentí realmente dentro de una de ellas en un pueblo blanco de nieve, con las luces y el frío. De nuevo éramos dos familias de amigos con menos hijos pero sin embargo llegamos a formar un grupo numeroso junto a la chimenea abriendo regalos, compartiendo de nuevo momentos de intercambio familiar y amistoso.

Quizás la más bonita Navidad fue hace ya como veinticinco años. Había llevado a mis hijos a ver un pesebre peruano animado en Ginebra, Suiza. Mi esposa se había quedado en casa preparando la cena. De regreso empezó a nevar y había que subir hasta la falda de la montaña donde vivíamos. El camino parecía más largo y lento. Cuando llegamos a Gex todo estaba de nuevo blanco, silencioso y luminoso como en una Navidad de postal. ¡Felices fiestas!

martes, 17 abril 2018

Bogotá Contada 4

BogotaContada4.jpgEste libro forma parte de una serie de libros de relatos sobre Bogotá escritos por diversos autores que han sido invitados a la ciudad para eventos literarios. Son ediciones gratuitas cuyo objetivo es circular libremente entre los lectores. En este número hay siete escritores de los cuáles solo uno es colombiano y ha vivido en esta ciudad. Me gustaron los relatos por sus diferentes puntos de vista. Los extranjeros miran la ciudad con nuevos ojos tratando de compararla con los estereotipos y prejuicios que tenían antes de llegar aquí. Algunos toman la excusa de escribir sobre Bogotá para crear literatura, otros relatan sus impresiones al pasar por la capital colombiana.

El relato de Ricardo Cano Gaviria es el más largo y el que me pareció más interesante pues tiene reminiscencias de su juventud cuando trabajaba en la Librería Buchholz en la avenida Jiménez en pleno centro de la ciudad. Me hizo recordad mi propia niñez y juventud en esta gran urbe que tanto ha cambiado. Volví a ese tiempo cuando de mano de mi padre recorría las viejas calles de La Candelaria y me mostraba entre otras cosas los lugares donde asesinaron a Uribe Uribe o a Gaitán. Volví a mi juventud cuando estudiaba en la Universidad de los Andes y buscaba libros en esa misma librería o en la Librería del Ingeniero no muy lejos de ahí. Volví a ese tiempo cuando trabajé en una empresa comercializadora de minicomputadoras en un viejo edificio cercano a la Buchholz. Sentí el olor a café de los viejos bares tradicionales del centro, el incienso de las antiguas iglesias coloniales o el bullicio del mercado de San Victorino un poco más abajo de allí. Hoy esa avenida está reservada al Transmilenio y los peatones. Recuerdo el servicio de traducción del Ministerio de Relaciones Exteriores donde me tradujeron los documentos que tuve que presentar para postular a una beca del Gobierno Francés.

Muchas imagenes y sensaciones brotaron de mi mente como de una magdalena de Proust. Tuve un poco de nostalgia por esa Bogotá lluviosa y sin embotellamientos monstruosos ni Pico y Placa como hoy. Cuando me vine a estudiar a la universidad desde mi cálida Ibagué, Bogotá me pareció fría y enorme. Hoy después de haber pasado tantos fríos inviernos en Europa, ya no la siento tan fría aunque eso sí más extensa y poblada que antes. No es más fría que una primavera o un otoño fresco en Francia. Me gustan sus actividades culturales y la variedad de restaurantes que ofrece, pero me agovian los trancones y atascos de tanto peatón, bicicleta, moto, carro, taxi, buseta y bus. Me agovia la pobresa, ver tanto mendigo o vagabundo en los semáforos o durmiendo debajo de los puentes o viviendo en los caños. La siento todavía lejana pues a pesar de tener familia y viejos amigos en ella, no estoy en casa, me siento de paso. He conocido nueva gente amable y agradable, trabajadora y entusiasta, jovenes y viejos. No creo que me instale a vivir permanente en ella, pero no hay que decir de esta agua no beberé.

 

Bogotá Contada 4

Instituto Distrital de las Artes – Idartes, 1 nov. 2017 - 168 pages

Con esta cuarta edición de Bogotá Contada, el programa suma ya 39 escritores de 17 nacionalidades. Así, la ciudad sigue siendo un campo abierto para la construcción de relatos sobre ella, los cuales fluctúan entre el realismo más descarnado y la desbordada fantasía, pues en la literatura, y en el arte en general, las posibilidades tienden a ser infinitas.

Autores: Eduardo Halfon, Horacio Castellanos Moya, Hebe Uhart, Marina Perezagua, Edmundo Paz Soldán, Lina Meruane Boza y Ricardo Cano Gaviria.

https://books.google.com.co/books/about/Bogot%C3%A1_conta...