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sábado, 18 febrero 2017

Madeleines

NV-IMP975.jpgCes jours-ci ma madeleine de Proust a été un calado, une sorte de biscotte bien d'ici qui m'a ramené en enfance. La forme et le goût sont les mêmes qu'à l'époque où ma mère en achetait ou mon grand-père nous demandait d'en acheter chez le boulanger du coin dans le quartier Interlaken d'Ibagué. Il fallait prendre une boite métallique de couleur verte spéciale pour le pain. Il y en avait trois ou quatre de dimensions différentes : une pour le sel, une autre pour le sucre, une autre pour la farine, celle pour le pain et je ne sais plus quoi encore. Elles étaient dans une étagère de la réserve. J'allais tout seul ou avec un frère ou une sœur. Parfois la boite tombait par terre à l'allée, car au retour on faisait très attention de bien la tenir. Des fois on arrivait avant la sortie du four et il fallait attendre ou bien le boulanger nous disait que bien qu'étant déjà sorti, il fallait patienter pour je ne sais pas quelle raison mystérieuse. Il nous donnait toujours des instructions pour ne pas mélanger à la maison les calados et les autres pains frais, car il disait que dans ce cas là, les calados ramolliraient et le pain frais s'endurcirait. Je me souviens que l'on aimait tremper les calados dans le chocolat chaud au petit-déjeuner. Mon grand-père achetait aussi du pain sucré appelé mojicón que l'on préférait par dessus tout. Avec l'âge apprécie de moins en moins le sucré. Il y a deux ou trois ans, j'ai réessayé de goûter une Pony Malta que j'aimais boire à la récré ou bien une boisson gazeuse à l'orange Naranja Postobón accompagnée d'une part gâteau fourré au chocolat Chocorramo, mais maintenant c'était trop sucré pour moi ! Ce calado m'a aussi rappelé la ville où j'ai grandi, les enfants avec lesquels on jouait, l'école. C'est quand même fou...

 

15:49 Anotado en Recuerdos | Permalink | Comentarios (0) | Tags: gusto, infancia, sabores

sábado, 31 diciembre 2016

Romancero decembrino

sueños, poesía, memoriaEl subconsciente es increíble. Hace unos días vi varios cortometrajes entre los cuáles uno de animación Sonambulo <http://www.arte.tv/guide/fr/064422-000-A/sonambulo> que está basado en el poema Romancero sonámbulo de Federico García Lorca <https://es.wikisource.org/wiki/Romance_son%C3%A1mbulo>. Releí el poema para entender la relación entre los dos. El corto es muy abstracto y musical con mucho ritmo y dibujos que parecen inspirados de Miró, Picasso y Dalí. Está bien hecho. Me recordó animaciones de mi hijo Diego. Se lo comenté y le leí el poema.

Antenoche soñé que yo hablaba en verso y me salía un poema parecido al de Lorca con tal naturalidad que me era más fácil que hablar en prosa. Por la mañana traté de escribir lo que recordaba pero no era bueno. Además no lo terminé:

Rojo como el tinto rojo

y el rojo rojo sangriento.

Como dos nubes llovemos

al suelo lanzando rayos.

La felicidad no vemos.

Solo nos impulsa el viento.

Somos dos reyes malayos

a nuestro antojo viajando.

Negro como el café negro

y el negro negro destino.

Seguir es un desatino

pero hay que vivir sedientos.

La curiosidad muy fuerte

nos puede causar la muerte.

disfrutemos los momentos

el amor nos...

Anoche soñé que estaba viviendo en un mundo imaginario que estoy usando para una novela futurista. ¡Cómo me hubiera gustado haber podido recordar exactamente lo que soñé para usarlo en la novela! Pero el subconsciente es caprichoso y la memoria frágil.

 

martes, 23 agosto 2016

Verano ginebrino

 

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Somos el tiempo que nos rodea. Cuando el sol ilumina en verano un cielo azul sin nubes calentando el ambiente poco a poco desde la mañana, las tardes propicias para una siesta en una hamaca, cuando los árboles empiezan a enrojecer, el viento frío nos hace cubrir el cuerpo, las sombras se alargan en la tierra, cuando los árboles desnudos se cobijan de nieve , los pájaros emigran en pos de comida y calor tropical, los cafés se llenan de gente conversadora, los abrigos pesados cuelgan de los roperos, las salas de cine nos sumergen en historias de todo tipo, los conciertos y espectáculos nos hacen olvidar la lluvia exterior, cuando por fin las plantas vuelven a retoñar, los días empiezan a alargarse, cambia el reloj su hora, estornudamos con la fiebre del heno, volvemos a pasear por parques y bosques de verde claro, queremos abrir ventanas, cambiar el ambiente interior de nuestras casas, terminar las actividades del año para descansar en la playa o en la montaña lejos del mundo y recomenzar el ciclo de las estaciones que dan ritmo a la vida.

NV-IMP959.jpgEn el Trópico sin nieve ni días de longitud variable, solo época de lluvia e inundaciones o de sol ardiente, sequía e incendios. Para cambiar de clima se viaja a la montaña, la costa o el valle. Las regiones más fértiles permiten una vida relativamente tranquila, las inhóspitas son para la gente más trabajadora y dinámica. Los ricos escogen los mejores lugares para vivir, los pobres se quedan con las migas y sufren de las intemperies. Es igual en todo el mundo. Quizás veremos guerras y migraciones climáticas.

NV-IMP960.jpgGinebra es un microcosmos multicultural cosmopolita. Aquí uno no se siente extranjero, todos lo somos en cierto grado. Entre lago y montaña, entre dos países, un emparedado suculento de migrantes. El verano se anima de conciertos, fuegos artificiales, cine al aire libre, fiestas populares, y se calma con menos congestiones de tránsito, tiene más turistas, buen ambiente. Ve uno menos gente conocida pues muchos viajan lejos de aquí. Con suerte, uno se puede ir de vacaciones en julio y regresar a disfrutar de un mes de agosto veraniego o lo contrario. Lo peor es volver a una Ginebra fría y lluviosa.

Me gusta veranear por estas tierras, pensar en Rousseau y Voltaire, en Mary Shelley escribiendo a Frankenstein en Cologny hace doscientos años en la misma Villa donde lord Byron pasaba el estío, pienso en la novela De sobremesa del poeta José Asunción Silva que tiene algunos pasajes que transcurren en Ginebra o uno de los Cuentos peregrinos de García Márquez que también sucede aquí.

NV-IMP961.jpgAyer por ejemplo estuve paseando por San Cergue en la cadena montañosa del Jura sobre la frontera franco-suiza caminando desde el pueblo hasta una cima con una hermosa vista del lago y los Alpes con el Monte Blanco. Han puesto en el recorrido unos pasajes de La balada de Beatrix de Rilliet, una novela del siglo XIX que relata una historia de caballeros en la época de las guerras de Carlos El temerario, duque de Borgoña, cuando quería conquistar tierras suizas. Otro viaje al pasado con toques novelescos. Pero el verano solo se acaba oficialmente dentro de un mes. Toca aprovecharlo.