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sábado, 28 febrero 2015

Au pays des rêves

NV-IMP897.jpgUn mois déjà en Colombie et cinq mois de retraite. Ça fait drôle quand même. Jusque-là c’est comme des vacances prolongées. Je n’ai pas eu le temps de m’ennuyer. Ce qui m’étonne le plus ce sont mes rêves.

Je sais par expérience qu’après un changement important dans la vie, comme un déménagement ou un nouveau travail, il faut du temps pour commencer à rêver du nouvel environnement. Je ne sais pas combien ça peut durer. En tout cas, je continue à rêver de ma vie en France et de mon ancien travail à Genève. Je me retrouve souvent au travail avec mes anciens collègues en train de faire des choses et parfois on me pose des questions que je ne peux pas répondre ou bien je suis en train de faire une formation linguistique ou technique puis je me rends compte soudain que je suis à la retraite et que je ne devrais pas être là.

Quand j’ai quitté la Colombie pour la France. Il m’a fallu du temps pour avoir des rêves en français et qui se passaient en France. Lorsque nous avons quitté Grenoble pour Paris ou Paris pour Gex ou Gex pour Ferney-Voltaire, mes rêves continuaient à se passer dans l’ancien lieu pendant longtemps.

Hier soir, je jouais au scrabble classique en français à Genève. C’était un tournoi avec beaucoup de participants. C’est peut-être parce que je continue à jouer au scrabble par l’Internet avec mon ami Olivier resté à Genève ou parce que nous allons certainement jouer ce week-end avec des amis en espagnol.

Pour l’instant, je ne me rappelle pas de rêves sur ce voyage la Colombie ou sur ce que je fais actuellement.

sábado, 03 enero 2015

Gota a gota

NV-IMP887.jpgUna simple gota de esencias florales de Bach me llevó a los años de infancia cuando con cuatro o cinco años de edad conocí ese artilugio misterioso y antiquísimo compuesto por un tubo hueco de vidrio, cerrado por un lado con una perilla, muy útil para trasvasar líquidos: un gotero o cuentagotas.

Mis hermanos se peleaban por usarlo con un remedio que mi mamá iba a tomar o a darnos. Yo no sabía de qué se trataba. Mi mamá me explicó y me dejó emplearlo en vez de mis hermanos. Como se convirtió en juguete, ella lo guardó para que no lo fuéramos a dañar. Yo estaba contento de haber aprendido algo nuevo aunque en realidad no supiera realmente cómo funcionaba.

Son cosas tan sencillas que parece que uno las supo desde siempre y sin embargo todo lo tenemos que aprender: ponerse de pie, caminar, correr, comer solo, amarrarse los cordones de los zapatos, vestirse usando bien los ojales, botones y cremalleras, bajar y subir escaleras sin ayuda, atravesar la calle, ir de mandado a comprar algo a la tienda de la esquina y volver con las vueltas correctas. Con mis hijos fui más consciente del proceso de aprendizaje y de las dificultades y desafíos que tenemos de niños.

19:33 Anotado en Recuerdos | Permalink | Comentarios (0) | Tags: niñez, aprendizaje

sábado, 22 febrero 2014

Ibagué II

colombia,colegio cisneros,encuentro,ibagué,amistadSiempre he tenido problemas para aprender cosas de memoria. De pequeño me costaban trabajo las tablas de sumar y multiplicar hasta que entendí la lógica del cálculo aritmético y todo me pareció más fácil. Con los nombres propios he tenido el mismo problema. Me es difícil asociar nombres con personas o caras hasta que por fin lo logro, pero si dejo de ver a alguien conocido durante un largo tiempo, me lo puedo encontrar en la calle, caer en la cuenta de que lo conozco, pero no recordar su nombre.

Hace poco me pasó con el nombre del matemático inglés Alan Turing, con el de la modelo y actriz francesa Leticia Casta y con el título de una película de Fernando Solanas, Memoria de un Saqueo. Confundí también a Heráclito con Eratóstenes al adjudicarle al segundo lo que había dicho el primero: «no se puede entrar dos veces en el mismo río». Mientras que Eratóstenes es célebre por la determinación del tamaño de la Tierra.

Google es de gran ayuda en estos casos famosos, pero no sirve (¿todavía?) a reconocer viejos amigos. Ojalá no me pase lo que a ciertos mayores desmemoriados que si les muestran personajes muy conocidos de su tiempo, como el papa Juan Pablo II o Ronald Reagan, no saben quiénes son.

En Ibagué tuve de nuevo esa sensación incomoda cuando me encontré el 18 de enero pasado con amigos del colegio que hacía más de cuarenta años no veía y no reconocí de inmediato. Algunos han cambiado mucho, otros no logro recordar cómo eran en esos viejos tiempos a pesar de que sé que compartimos pupitres en el bachillerato, aunque también hay quienes no han perdido sus rasgos característicos para mi memoria. Por eso propuse que en la próxima reunión cada uno lleve una foto de su juventud, para ver cómo éramos. Para colmo de males, como teníamos esa mala costumbre de ponernos apodos o de llamarnos por el apellido, acordarse de los nombres verdaderos puede ser complicado. Los que siguen mereciendo el apodo son el flaco y el gordo.

Félix fue el anfitrión que nos recibió en su finca y nos distrajo con su canto y sus anécdotas de aviador. Con él me vi hace unos cinco o seis años. No ha cambiado mucho, aunque se ha aplacado con respecto a lo loco que parecía de joven.

Con Gustavo no me veía desde que terminamos bachillerato. Charlando con él caí en la cuenta de que es el amigo más viejo que tengo pues nos conocemos desde el kínder del Liceo Especial por allá cuando teníamos cinco o seis años. Jugábamos en el recreo y los fines de semana también en el barrio Interlaken. Me gustó oírle contar su trayectoria profesional y su dedicación a la ecología.

Humberto es otro que no ha cambiado tanto. Es el segundo amigo más viejo que tengo. Nos conocemos desde tercero de primaria cuando teníamos como 9 años. Sigue jugando basquetbol y nada menos que a 2600 metros de altitud. Admirable. Tiene una bonita familia que nos recibió en Bogotá. En su casa puede verme con Juan, alias Belisario, de vida multifacética que nos alegró con su música. También estaba Carlos, alias Chiquitín, que nos sorprendió contándonos sus negocios en China, donde vive desde hace años. Su conversión en vegetariano me dejó pensativo, ya que es la primera persona que conozco que ha recuperado la salud gracias a ese régimen sanador de sus problemas de colesterol.

Volviendo al encuentro en Ibagué, Jorge, que ha tenido una vida extraordinaria, me planteó su idea de que escribamos un libro con las anécdotas de nuestros años de secundaria. A ver si lo logramos entre todos.

A Manuel, un magistrado importante en la justicia tolimense, tampoco lo había visto desde la graduación de bachiller. Recuerdo que era un salsero impresionante; él sí recordaba a Heráclito y su filosofía del cambio permanente.

El otro Manuel, el flaco eterno, nos hizo reír con sus ocurrencias y buen humor. Su aventura de aprender a manejar viendo cómo lo hacía su chofer durante un trayecto por Colombia y cómo tomó el volante y terminó el viaje solo es impresionante. La ocurrencia de pedirle a Félix que construya un edificio para que vivamos todos nosotros fue graciosa, pero a Mario le gustó mucho, la tomó en serio y la apoyó con entusiasmo.

De Alfonso tengo recuerdos muy vagos y me gustaría volverlo a ver en una foto de entonces. Charlamos amenamente y me alegró saber que había sobrepasado graves problemas de salud. También me costó reconocer a Francisco Javier después de tanto tiempo sin vernos. Ahora me quedó su imagen cantando en el karaoke.

Jorge, alias el Avispón, apareció en el grupo después de muchos años de ausencia. El drama de Armero le tocó muy de cerca pues en él perdió esposa e hijos. Seguro que le ha dejado una marca indeleble. Me alegré viéndolo cantar con tantas ganas en el karaoke.

Luis Fernando, otro flaco pero menos ahora que entonces, contó sus anécdotas con los hispanohablantes de tantos países que conoció en Estados Unidos. Con Emiliano me he encontrado varias veces en mis últimos viajes. Sus comentarios sobre la experiencia de ayudar a un anciano con Alzheimer fueron graciosos pero a la vez asustadores.

Ver a Orlando camino del altar con sus kilos de más fue sorprendente, ya que después estuvo ayudando al cura a dar la comunión; parece que es diácono. Su hija fotógrafa nos regaló una cantidad increíble de fotos.

Lástima que no pude hablar mucho con cada uno del grupo, por ejemplo con Alirio y Julio Ernesto. Ese día hablé por teléfono con Mauricio y José, aunque la calidad del sonido no nos dejó entendernos bien.

Jairo, lejano pariente, ahora anda muy metido en política. Le va bien y la gente lo quiere pues se ocupa de ellos sin intereses personales. Luis Alberto viajó desde Neiva sin dejar su buen humor. Armando (su hermano Mario sí terminó con nosotros, mientras que él fue de la promoción que nos seguía) estuvo en la reunión como si nunca nos hubiéramos dejado de ver. Así fue con todos.

Esta es la lista de los 19 presentes: Acosta, Barreto, Bobadilla, Bonilla, Forero, Gallo, García, Gutiérrez, Guzmán, Ibáñez, Kairuz, Medina, Meza, Párraga, Peláez, Serrano, Suárez, Velosa y Verástegui. Nuestra promoción fue de 45 alumnos de los cuales dos ya han muerto. Fue una reunión muy agradable y emotiva, con sancocho, cerveza, whisky, karaoke y mucho cotorreo. Ojalá en otra oportunidad veamos a los demás, en especial a Margarita y Ana Beatriz que fueron las únicas mujeres del grupo y las primeras que se graduaron en el colegio.

A pesar de nuestras trayectorias heterogéneas con sus altos y bajos y haber evolucionado hacia diversos destinos, seguimos unidos por esos años que compartimos en secundaria. Somos como los cuatro elementos de la antigüedad, aire, tierra, fuego y agua, discordantes, pero inseparables en este planeta.

Durante varios días después de esa tarde me acompañó en la mente una de las canciones que cantamos pero que no logré identificar completamente. La tarareaba sin recordad el título ni la letra completa. Me puse a buscarla en Youtube a ver si aparecía entre las que cantaban Alci Acosta, Felipe Pirela, Nino Bravo, Daniel Santos y otros famosos, pero, qué pesar, en vez de reconocerla, se esfumó de mi cabeza.