domingo, 29 enero 2012
Carga, sobrecarga, recarga, stress
Viernes todo el día en Luxemburgo asistiendo a un coloquio sobre traducción automática. Muy interesante desde el punto de vista de los argumentos que se pueden usar par convencer a los jefes y a los traductores de probar un sistema de estos. Me llevé a pasear el libro de árabe que no tuve tiempo de abrir. Sábado por la mañana en fitness para estirar los músculos de tanto estar sentado todo el día, compras matinales y carreras para almorzar a tiempo para llegar a un torneo de Scrabble en francés toda la tarde. Dos partidas interesantes con palabras raras como siempre además de unas cuantas nuevas en el diccionario oficial (ud, kat) y otras despistantes (anonnais que no hay que confundir con annone ni con anonas ni con anone, samoyède, ipe, ableret, kea). Fiesta latina en la noche con comida, baile y rifas. No gané premios ni en las rifas del Scrabble ni en las de la noche. Me gustan esas fiestas en las que no tengo que ayudar en nada sino sentarme a hablar con los amigos sin pensar en nada más, pues no formo parte de los organizadores. Hoy revisión de cuentas en el computador por la mañana, revisión de correo electrónico atrasado y preparativos para ir a cantar esta tarde. Tenemos cita a las dos de la tarde para ensayar. El concierto es a las cinco. El libro de árabe sigue sin abrir. Tomo estos minutos para escribir esto pues no me hubieran alcanzado para terminar la tarea. Eso sí, leí una página de un libro en árabe que estoy leyendo y hacía rato no miraba. Correr y correr, pero ¿para qué? De pronto decido ir a cine esta noche o me quedo en casa tranquilo.
11:56 Anotado en Elucubraciones, Ocio, Recuerdos | Permalink | Comentarios (0) | Tags: ocupación, tiempo libre, trabajo, contrastes
jueves, 01 septiembre 2011
Contraseñas, claves y secretos
Hoy tenemos que identificarnos de muchas formas pero últimamente lo que manda son los códigos y contraseñas electrónicas. ¿Cómo será el mundo de los ancianos dentro de unas décadas?
Recuerdo de niño que una vez mi abuelo llegó disgustado a casa porque en el banco un empleado nuevo le había pedido la cédula de ciudadanía para un trámite siendo que de costumbre, como todos lo conocían, no le pedían identificación; con firmar era suficiente. A mi madre, con la edad, le temblaban las manos y ya no podía firmar. A veces le tocaba ir en persona con un documento de identidad para ciertos trámites.
Una vecina mayor que no tiene computadora en casa, ni mucho menos correo electrónico, me pidió el favor de que mirara en el sitio web de su telefónica a qué regalos o rebaja tenía derecho con unos puntos que había acumulado. Entré en el sitio pero me pedía identificación con un correo electrónico. Se me ocurrió crearle uno en Hotmail, pero empezó a pedirme tantos datos personales que desistí. Entré con mi nombre para ver qué ofrecían, pero tampoco encontré nada que pudiera interesarle. La mayoría de los premios eran sistemas electrónicos o informáticos que ella no podría usar. Le aconsejé que fuera a la oficina del operador telefónico para que la ayudaran.
A otro amigo que tampoco tiene computadora le tocó pelear para que le enviaran unas facturas en papel por correo postal, pues le decían que solo existían en la web o por correo electrónico.
A mi esposa le pasó la semana pasada que por un error de manipulación bloqueó su teléfono celular. Para recuperar el código PUK tocó ir al sitio web y entrar a la página de desbloqueo introducir otra contraseña; menos mal la recordaba. Decía que le podían enviar el código por SMS o correo electrónico. Por fortuna el correo electrónico sí funcionó y al fin pudo desbloquearlo.
Me pasa que cuando dejo de visitar algún sitio web durante un tiempo se me olvidan los códigos de acceso. Así he terminado bloqueando tarjetas de crédito o sitios web. Y eso que limito los códigos y tengo buena memoria para ellos.
Dentro de unas décadas cuando por la edad avanzada perdamos la memoria y todo se encuentre encerrado electrónicamente con contraseñas olvidadas, va a ser un lío para mucha gente.
13:24 Anotado en Ciencia, Recuerdos | Permalink | Comentarios (2) | Tags: memoria, tecnología, criptografía
sábado, 27 agosto 2011
Todo lo bueno tiene un fin
Las dos semanas de vacaciones se acaban. No estuvo mal, aunque parece que hubieran pasado muy rápido. Se me había olvidado que las playas de Niza son de piedra, en realidad guijarros de canto rodado. Tienen la ventaja sobre la arena de darle más claridad al agua y dejar el cuerpo sin huellas de silicio que se pegan en los poros, pero le duelen a uno las plantas de los pies al entrar al agua. Los conocedores llegan con zapatillas plásticas muy prácticas.
La playa que más me gustó fue la de Eze (gracias por el consejo, Georges) pues es tranquila y menos concurrida. La de Menton parecía muy bien de noche, pero al ir de día, ya no nos gustó. Claro que mis hijos se bañan en todas partes. Eso sí, prefirieron Coco Beach, unos acantilados cercanos al puerto marítimo donde podían tirarse al mar desde lo alto. Ni fui a verlos pues me ponen nervioso. Como solo estuvieron una semana con nosotros, estos últimos días han sido más tranquilos.
El jueves en la playa de Eze nos atendió un joven mexicano que se pasa la vida viajando y trabajando en diferentes países. Había mucho ambiente pues dos grupos de rock estaban tocando alternativamente. Eran clientes asiduos. Nos contó que el líder de uno de los dos era un expiloto de fórmula uno. Olvidé su nombre. Parecían hormigas en el bar sirviendo a unos y a otros. También me mostró al cantante Tom Jones que estaba sentado con amigos en un rincón. Después pasó a mi lado ya con sus años avanzados, caminando inseguro, pero creo que era más por los whiskies que se había tomado que por la edad. Mejor no ser famoso ni rico. ¡Ja, ja!
Me aburro en las playas. Eso de estar tirado al sol no me interesa, pero me toca acompañar a mi familia, me meto en el agua de cuando en vez y me quedo leyendo en una silla debajo de un parasol. Esta vez fue el libro de árabe que me acompañó. Además de revisar el libro de clase, empecé a leer Taxi de Khaled Al Khamissi, escrito hace pocos años y que fue traducido en varios idiomas. Tengo la versión original y la traducción al español. Leo primero un párrafo en árabe, entiendo la idea general y luego leo la traducción para completar la comprensión. Es un buen ejercicio que ya he practicado en inglés y ruso. Me tomará mucho tiempo llegar al final, a menos que lo haga sistemáticamente y termine aprendiendo muchas palabras.