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jueves, 11 diciembre 2025

La memoria y yo: Matices

Matices-25.jpgPor muchas cosas que han sucedido, he estado reflexionando sobre mi relación con la memoria. Con los años que pasan, va uno acumulando tantas cosas en la mente y se va olvidando de tantas otras que a veces me siento impresionado.

¿Dónde guarda uno todo eso en la cabeza? ¿Por qué, como las magdalenas de Proust, un pequeño detalle, un olor, un sabor o una imagen me hacen volver a momentos pasados que parecían borrados, pero que de pronto surgen como por encanto? ¿Qué queda de todo esto cuando uno muere? ¿Qué pasa con las personas que pierden la memoria por enfermedades tipo alzhéimer? ¿Por qué no sabemos casi nada de nuestros antepasados a partir de los bisabuelos, a menos que alguno haya sido famoso por algún motivo? ¿Qué recuerdo guardarán mis nietos de lo que pude compartir con ellos cuando ya estén grandes?

Me da vértigo pensar en la historia de la humanidad desde los hombres de las cavernas hasta nuestros días. Hemos sido miles de millones de seres humanos cada uno con su propia historia. Es más, cado uno de nosotros lleva en su mente una representación diferente del mundo y de los acontecimientos, verdaderos puntos de vista desde el sentido estricto de la palabra. Por ese mismo motivo, lo sucedido se va deformando a medida que una persona se lo cuenta a otra o simplemente porque con el tiempo la realidad vivida se hace borrosa.

Así también van cambiando los idiomas de generación en generación hasta convertirse en otras lenguas. Cuántas palabras que se usaron mucho en un momento, dejan de aparecer o cambian de significado. De repente una palabra de otro idioma entra en el nuestro desplazando a otras o simplemente ocupando un lugar vacío.

Este año tuve una experiencia muy interesante al respecto. El coro Matices, donde canto desde hace tiempo, cumplió 25 años de creado. Creo que tenía tres o cuatro años de existencia cuando yo entré. Se decidió festejarlo con un concierto especial donde los antiguos y actuales coristas fueron invitados para celebrarlo. A mí se me ocurrió escribir la historia del coro a través de mis recuerdos y de los de otros integrantes. Propuse la idea como en enero y pedí testimonios que recibí poco a poco a partir de unas preguntas que les envié. Fijé el mes de junio como fecha límite de recepción con el objetivo de dedicar julio y agosto a la recopilación y escritura.

Entrevisté al director y fundador del coro, a la presidenta actual y saqué de mis archivos personales mucha información que tenía guardada desde 2005, como por ejemplo la lista de todos los conciertos con sus respectivos programas, la lista de todas las canciones que cantamos o ensayamos en estos años, muchas fotos de ensayos, viajes, fiestas o conciertos y la lista de miembros del coro que conocí y aun recuerdo. Los testimonios me llegaron en español, francés e inglés. En estos vi de nuevo cómo la memoria se hace borrosa con el tiempo, pues los coristas más antiguos y que ya no cantan con nosotros a veces mezclan fechas, nombres de canciones e impresiones, mientras que los coristas actuales y que llevan menos años en el coro tienen una vivencia más concreta y clara.

No sabía si el libro iba a ser en francés o en español, no sabía si lo iba a narrar en primera o tercera persona, no sabía cuántos ejemplares iba a imprimir y si lo haría a través de una editorial, una plataforma de autoedición o simplemente como un trabajo privado e independiente.

Por fin me decidí por una publicación privada bilingüe y escrita en primera persona, pero desde el punto de vista de un personaje de ficción: el mismo coro. El resultado es un relato “híbrido documental-ficcional” bilingüe. Es un poco como los docuficción del cine en los que se tratan hechos reales, pero filmados como si se fuera una invención o con mezcla de elementos irreales. Quedé contento con el librito Yo, Matices, tengo 25 años de 80 páginas cuya tirada de 66 ejemplares se agotó de inmediato. Agradezco a todos los que participaron e hicieron posible su realización. Queda entonces escrita una buena parte de su memoria de los principales sucesos vividos.

martes, 28 febrero 2023

Kafka en la orilla

Kafka en la orilla.jpegDespués de leer De qué hablo cuando hablo de escribir de Murakami (Profession romancier, en francés), quedé con la curiosidad de leer uno de sus libros. Me tomó tiempo, pero al fin termine Kafka en la orilla de casi 600 páginas. Lo leí por períodos y lo dejé en espera varias veces, ocupado en otras cosas.

Se lee fácilmente. Murakami tiene un estilo de frases cortas y muchos detalles. Presenta los personajes poco a poco describiéndolos físicamente y mostrando su forma de pensar. Mezcla el relato realista con lo fantástico, a la manera del realismo mágico. Deja muchos cabos sueltos y también sale de tramas enredadas con artificios que se parecen al famoso deus ex machina, como sucede por ejemplo con sus gatos que hablan. Me he dejado meter en ella, aunque sus fantasías no me convenzan por inverosímiles, pero al fin de cuenta es divertido gracias a su imaginación.

Consta de dos historias que se van entrelazando por capítulos, la del joven Kafka y la del viejo Nakata. Saca ideas de relatos antiguos japoneses donde los personajes viajan con el pensamiento o del Edipo Rey del teatro griego. La música ocupa un lugar importante en la novela. Los personajes sufren grandes transformaciones que los hacen diferentes a lo que eran al comienzo del libro, es como una iniciación y lección para la vida del joven Kafka o una toma de conciencia del sentido de la vida para el camionero Hoshino. Quizás el que menos cambia es Oshima, el bibliotecario.

Juega muy bien con el cambio de lugares, la fuga, la búsqueda de sí mismo, el destino y los sueños que a veces uno no sabe muy bien si lo que se relata es la imaginación o la realidad de un personaje. Aunque es un libro gordo, la trama principal no dura mucho tiempo, solo algunas semanas o meses. El traductor ha puesto notas explicativas que permiten conocer usos y costumbres japoneses, otro mundo que llama la atención conocer.

Kafka en la orilla
Haruki Murakami
Tusquets Editores

Resumen: Pasado y presente, sueño y vigilia, se funden en una versión inusitada de la tragedia de Edipo. Kafka Tamura se va de casa el día que cumple quince años. Los motivos, si es que los hay, son las malas relaciones con su padre -un famoso escultor convencido de que su hijo repetirá el aciago sino de Edipo de la tragedia clásica- y la sensación de vacío producida por el abandono de su madre y su hermana. Sus pasos le llevarán al sur de Japón, a Takamatsu, donde encontrará refugio en una peculiar biblioteca. Si sobre la vida de Kafka se cierne la tragedia (en el sentido clásico), sobre la de Satoru Nakata ya se ha abatido: de niño, durante la II Guerra Mundial, sufrió un extraño accidente del que salió sumido en una especie de olvido de sí, con dificultades para comunicarse. A los 60 años, abandona Tokio y emprende un viaje que le conducirá, como a Kafka, a la biblioteca de Takamasu. Así, vidas y destinos, destinos y pesadillas se van entretejiendo en un curso inexorable que no atiende a razones ni a voluntades.

Elegida mejor novela de 2005 por The New York Times.

Nº de páginas: 584

ISBN: 9788483835241

Año de edición original en japonés: 2002

Año de esta edición en castellano: 2008

Traductor: Lourdes Porta Fuentes

Rústica con solapas: 24€

Haruki Murakami (Kioto, 1949) es uno de los pocos autores japoneses que han dado el salto de escritor de prestigio a autor con grandes ventas en todo el mundo. Ha recibido numerosos premios, entre ellos el Noma, el Tanizaki, el Yomiuri, el Franz Kafka, el Jerusalem Prize o el Hans Christian Andersen, y su nombre suena reiteradamente como candidato al Nobel de Literatura. En España, ha merecido el Premio Arzobispo Juan de San Clemente, la Orden de las Artes y las Letras, concedida por el Gobierno español, y el Premi Internacional Catalunya 2011. Tusquets Editores ha publicado todas sus novelas —Escucha la canción del viento y Pinball 1973; La caza del carnero salvaje; El fin del mundo y un despiadado país de las maravillas; Tokio blues. Norwegian Wood; Baila, baila, baila; Al sur de la frontera, al oeste del Sol; Crónica del pájaro que da cuerda al mundo; Sputnik, mi amor; Kafka en la orilla; After Dark; 1Q84, Los años de peregrinación del chico sin color y La muerte del comendador (Libro 1 y 2)—, así como los libros de relatos El elefante desaparece, Después del terremoto, Sauce ciego, mujer dormida y Hombres sin mujeres, la personalísima obra Underground, los ensayos titulados De qué hablo cuando hablo de correr, De qué hablo cuando hablo de escribir y Música, sólo música y dos bellos relatos ilustrados, La chica del cumpleaños y Toni Takitani.

https://www.planetadelibros.com/libro-kafka-en-la-orilla/88701

https://es.wikipedia.org/wiki/Kafka_en_la_orilla

http://nv-impresiones.blogspirit.com/archive/2021/01/31/como-escribe-haruki-murakami-3229134.html

viernes, 06 mayo 2022

¿Cómo se escribe un diccionario?

NV-IMP1038.jpgEl 21 abril pasado tuve la oportunidad de asistir a una charla, en el marco de la Feria Internacional del Libro de Bogotá (FILBO) y en la Universidad de los Andes, entre Alberto Gómez Font, filólogo y lingüista español, y Andrés Ospina, escritor colombiano. Fue interesante, amena e instructiva.

Conozco a Alberto desde hace un largo cuarto de siglo y aunque no nos hemos encontrado personalmente muchas veces, cuando tenemos esa oportunidad es como si nos acabáramos de ver y reanudáramos la charla interrumpida hace poco. Son de esas amistades que desafían el tiempo y la distancia. Un milagro de las telecomunicaciones, ya que nos conocimos en un foro de debate por la internet sobre el idioma español.

Andrés Ospina es más joven, de una generación que nos precede, parece más bien uno de mis sobrinos. Andrés llevó muy bien la charla preguntando, opinando o dando ejemplos de su propio diccionario de bogotanismos, ya que los dos tienen en común el haber participado a la escritura de diccionarios.

El hilo de la conversación se paseó por muchos temas de ambos lados del Atlántico y a través de muchos siglos. Las dos horas parecieron cortas y hubieran podido ser más. Se dieron muchos ejemplos de regionalismos, de definiciones sorprendentes, malentendidos por empleo de vocablos que son anodinos en un lugar, pero malsonantes en otros y varias anécdotas.

Recordé un léxico de palabras malsonantes que editaba la Agencia EFE para que los periodistas de la prensa, radio y televisión no fueran a meter la pata en alguna emisión internacional. Cuando lo descubrí en Ginebra, Suiza, hace más de treinta años, me daba risa al hojearlo pensar que para evitar esos términos los pobres locutores se podrían quedar sin palabras.

Se habló entre otras cosas de los colombianismos exosto y flux. El primero viene del inglés exhaust pipe y se usa comúnmente en Colombia para referiste al tubo de escape de los automóviles. Está tan arraigado que a nadie se le ocurre que en otros países no lo entiendan.

Flux es particular pues se aplicaba a los vestidos de hombre de tres piezas (pantalón, saco y chaleco) de un solo color y que se visten cada vez menos. En la sala nadie conocía el origen, pero alguien sugirió que podría venir del árabe o turco, pues en la ciudad vieja hay una calle donde se instalaron los turcos que inmigraron desde finales del siglo XIX para vender telas y paños o confeccionar trajes. A Alberto no se le ocurrió ninguna palabra árabe relacionada. A mí, después de la charla y ya en casa, se me vino la palabra فلوس que se pronuncia /fulús/ y quiere decir dinero sin imaginarme una relación lógica con el traje. Como muchos de los llamados turcos eran en realidad libaneses, le pregunté a mi amigo Georges si veía alguna palabra relacionada con el tema en árabe libanés y de pronunciación similar. Me contestó: la única idea que se me ocurre es que quizás sea la deformación de la palabra جوخ /Joukh/ la que designa la tela que se usa para los trajes de hombre y la calle de los diseñadores en Beirut se llamaba Souk el Joukh (nuestros primeros trajes (para Spiro y para mí) alrededor de los 14 años los hizo un diseñador de esta calle). Concluyo que nos toca aceptar lo que indican unos diccionarios, es decir que proviene del francés flux y se usa (o usaba) en varios países sudamericanos.

Sobre la evolución del idioma se mencionó que posiblemente entenderíamos a los contemporáneos de Cervantes si pudiéramos viajar al pasado, pero quizás ellos no tanto a nosotros. Lo curioso de nuestra lengua es que ha sido más estable en su pronunciación y ortografía que otras. Los franceses no entienden muy bien a Rabelais, ni los ingleses a Shakerpeare en sus versiones originales siendo contemporáneos con Cervantes. Nosotros tenemos la suerte de poder leer El Quijote sin mucha necesidad del diccionario. Moliere que llegó un siglo después escribió con el lenguaje de la calle y por eso hoy todavía se entiende. Es más, en francés se dice que este idioma es la lengua de Moliere. Curioso.

La conocida relación de topónimos y apellidos fue otro tema interesante. Mi apellido, por ejemplo, viene de un pueblo vasco y en vascuence lo común es que los apellidos se originan no solo de un pueblo, sino de una casa familiar en particular. En Francia y España, conozco muchos lugares que han dado lugar a apellidos, pero en Colombia no es el caso. Tenemos muchos nombres de ciudades y pueblos que vienen de nombres extranjeros: Madrid, Antioquia, Armenia, Medellín, Líbano, etc. También hay muchos topónimos de origen indígena como Ibagué, Bogotá, Calarcá, Cajamarca, etc. Los apellidos nos llegaron de España u otros países y quedaron pocos apellidos indígenas, aunque los hay. Por eso cuando viajo por España, en vez de reconocer nombres de pueblos, recuerdo apellidos que se dan en Colombia: Soria, Cáceres, Burgos, Cuenca, Sevilla, etc.

Se habló también de las palabras nuevas en el diccionario y de las más raras que desaparecen del diccionario. Comenté que una palabra que salió del diccionario de la RAE (o de la Asociación de Academias), como entrada propia y no hace mucho, es la preposición latina in, que sigue presente en varias locuciones como in articulo mortis, in fraganti o in extremis. La extraño porque era muy útil jugando scrabble y ahora no la podemos formar (son las reglas del juego). Quizás regrese, pero por el inglés in.

El vocabulario marinero dio lugar a divertidas definiciones en las que uno no entiende ni papa por estar llenas de palabras desconocidas del común de los mortales. Eso me recordó las palabras raras con que me he topado jugando scrabble, tanto en francés como en español, que son útiles para el juego, pero que casi nadie comprende. Me he inventado un juego para retenerlas y es inventarme textos con esos vocablos extraños. Aquí dejo para Alberto un ejemplo que escribí hace poco:

"Te voy a engrillar si metes otra vez la mano en ese huacal lleno de cobos", dijo el padre befando a su rorro. El niño se alejó prudentemente, pero con la curiosidad intacta. "No te asustes. Cuando vendamos todo en el mercado, te ganarás de hoque un inti para coleccionar. Me parece que estás creciendo tan rápido como cuando el trigo se grilla", añadió riendo. Zaceó a los perros y siguió estuchando sus artesanías. "Si tenemos suerte, estaremos presentes cuando la guardia preguste al rey a su llegada", concluyó. El niño se quedó juicioso pensando, sin atreverse a preguntar qué significaba todo eso.

En fin, el tema es largo y sustancioso. Ojalá podamos vernos otra vez con Alberto en cualquier rincón del mundo, ya que él es un gran viajero y yo trato de serlo. También sería grato asistir a alguna conferencia de Andrés Ospina o leer sus libros.