domingo, 09 noviembre 2014
Zumba
No sabía que la zumba es una marca comercial de una franquicia estadounidense para ejercicios físicos acompañados con música latina. La mezcla de gimnasia y baile es algo ya viejo. Recuerdo las clases de aeróbic que pasaban en la televisión francesa en los años 80 que son una gimnasia rítmica para mejorar la resistencia cardiovascular y la musculatura de manera divertida.
Parece que la zumba es un invento de un coreógrafo y bailarín colombiano, Alberto «Beto» Pérez, que un día inventó el concepto al haber olvidado la música de la clase que dictaba de aeróbic y la reemplazó por música latina. Eso lo oí en un reportaje en la televisión donde presentaban esta gimnasia. Ha tenido tanto éxito que llevó y vendió el concepto en Miami a una empresa gringa. Supongo que ha ganado mucho dinero.
Decían en la radio hace unas semanas que los ejercicios de gimnasia rítmica son muy buenos para las personas mayores para mejorar el sentido del equilibrio y evitar caídas fatales. No sé en cuál hospital geriátrico de Ginebra dijeron que lo habían introducido y tenía mucho éxito.
Pues bien, a mi fitness ya llegaron hace relativamente poco las clases de zumba. Una tarde que salía para mi casa estaban como en una especie de discoteca un grupo de alumnos y la profe bailando alegremente en la sala de gimnasia. Me llamó la atención ya que, al contrario de otros cursos colectivos, no se oían gritos en la sala. Por ejemplo, cuando hay clases en bicicleta estática, es un horror oír al entrenador gritando como loco para que los alumnos sigan sus instrucciones al ritmo de su música electrónica estridente.
Hace unos meses regalé dos invitaciones al fitness a unas colegas chinas del trabajo que querían hacer ejercicio. Fueron precisamente un día de zumba que son viernes y miércoles por la tarde. Me contaron que habían tratado de seguir el ritmo de baile latino con mucha aplicación, pero que el fin de semana estuvieron con los músculos adoloridos de tanto brinco y tanto paso que no acostumbraban dar.
Me dejé picar por la curiosidad y me metí un día a las dichas clases. Primero que todo, me di cuenta de que había menos alumnos de lo que yo pensaba. Como todas las paredes de la sala son espejos, parecía desde fuera que eran muchos. Segundo, resulté ser el único hombre en el grupo y quizás el más viejo de todos. Tercero, la hora pasó volando; me tocó salir a tomar agua en medio de ella pues transpiré mucho de tanto baile. Cuarto, me divertí tanto que volví a la semana siguiente. Por suerte no tuve dolores musculares quizás porque estoy mejor entrenado que mis colegas.
Me gustó que la joven que anima el grupo no use micrófono sino más bien mímicas para hacerse entender y que le sigamos los pasos y el ritmo. Me di cuenta de que no me es tan fácil coordinar manos y pies en todas las circunstancias de la coreografía. Claro que hay pasos que conozco pues son de ritmos latinos como la cumbia o el merengue, pero tienen a veces pasos de danza bollywood más complicados. La segunda vez llevé una botella de agua para poder calmar la sed fácilmente. Trataré de ir regularmente.
domingo, 02 noviembre 2014
Mongolia y Mozart
Una bonita misa breve compuesta por Mozart a la edad de 12 años interpretada en Morges me dejó pensando en la vida corta e intensa que tuvo ese genio de la música. Después de tanto tiempo solo nos queda su recuerdo. Para un primero de noviembre y un día de todos los santos, es interesante relativizar la muerte. El concierto también rendía homenaje a tres compositores más de la época de Amadeus, aunque mayores que él: Caldata, Marcello y Graupner. Son menos conocidos del común de los mortales y sin embargo parece que influenciaron al famoso compositor austriaco. ¡Cuántos humanos han pasado por la Tierra sin que ahora nadie los piense!
Julián dirigió muy bien el concierto. Los solistas estuvieron muy bien. Me impresionó el contratenor. Hoy a las 5 es la última presentación que será en el templo de Rolle. Vale la pena.
¿Y qué tiene que ver Mongolia con este asunto?
Antes de ir al concierto paseamos por Morges. El atardecer soleado estaba magnífico aunque un poco frío. Habíamos llegado muy temprano para el concierto. Los colores del lago y las montañas daban la sensación de hacer flotar los veleros en el aire. Entramos a un bar para matar el tiempo tomando té.
Cuando llegó la hora de cerrar ese bar, salimos a buscar un restaurante. No había muchos abiertos. Encontramos uno indio que parecía bueno. Tuvimos el tiempo justo de comer el menú de degustación vegetariano, que resultó delicioso pero que no pudimos terminar. Salimos corriendo hacia al concierto.
La joven que nos atendió no era india. No sabíamos si era china, vietnamita o coreana. Nos dijo que era de Mongolia. Parecía muy joven. Dijo que tenía 27 años y un niño de 6. El resto de su familia estaba en su país de origen. Hablaba francés con dificultad. Solo ayudaba esa noche que faltaba un mesero.
¡Qué lejos estamos de Mongolia! Seguro que Mozart ya llegó allá hace años o siglos. Me quedé pensando en lo que hace que una persona de Mongolia se venga desde tan lejos a vivir por aquí. Supongo que muchos dirán lo mismo de mí, pero eso no lo pensé ni lo imaginé cuando crucé el Atlántico por primera vez.
11:00 Anotado en Elucubraciones, Música | Permalink | Comentarios (0) | Tags: concierto, coro, otoño, emigración
domingo, 27 julio 2014
Otra vez la papayera Palenque
Cielo amenazante de lluvia. Temperatura agradable sin llegar a verdadero calor. Desde lejos ya se oía la música costeña colombiana que nos mostraba el camino. Ela Fitzgerald. Conciertos de verano al aire libre. Ginebra, Suiza. Porros, cumbias, fandangos. Tumulto de espectadores sentados en el suelo, pero muchos de pie bailando. Nosotros a pocos metros del escenario. A distancia prudente de los altavoces. Mucho latino suelto, mucho europeo entusiasmado. Pocos resistiendo a las ganas de balancear sus cuerpos. Madres con hijos pequeños yéndose temprano. La oscuridad nocturna instalándose. Un grupo de colombianos bulliciosos bailaban y tomaban detrás de nosotros. Sentí olor a aguardiente. Una pareja de hombres se besaban adelante. Una pareja de mujeres tomadas de la mano pasaron buscando un lugar. Una mujer latina bailaba como loca junto a su compañero, quizás suizo, que como una estatua sin sangre tropical miraba extrañado a su alrededor. Nos tocó cambiar de puesto varias veces para evitar que los grandulones que se paraban delante nos taparan la vista. El toque femenino del baile y de la voz de Mónica, la cantante del grupo, completaba la velada. Se notaba que el grupo de buenos músicos estaban poseídos por los ritmos caribeños, se complacían, nos deleitaban. El maestro Ramón Benítez demostraba sus habilidades tocando su bombardino. Unos amigos con quien debíamos vernos nunca aparecieron a la vista. Entre tanta gente era imposible. Al cabo de dos horas de concierto alargado con varios bises, regresamos caminando por la oscuridad del parque La Grange. Nos habíamos estacionado lejos en los muelles del lago. Habíamos parado en el camino a comer pizza en un restaurante caliente y lleno de convives. Caminar y bailar nos hizo bien para digerir. Por suerte la lluvia cayó fuerte mucho más tarde. Al día siguiente me dolían las caderas. Ya no tengo veinte años.
Palenque, Feat. Ramón Benítez
Scène Ella Fitzgerald, Ve 25 juillet-20h30
Fanfare Colombienne CO/CH/FR
RAMÓN BENÍTEZ euphonium MONICA PRADA voix
YESID FONSECA clarinette DIEGO SOSSA & MAURICIO SALAMANCA saxophone alto CHRISTOPHE LEGRAND trombone ANDRES ARÉVALO tuba TATO MARENCO, DANIEL ZEA & HERNANDO IBANEZ percussions
Palenque la Papayera est une fanfare comme on en trouve dans les régions de Córdoba, Atlántico et Bolívar dans les Caraïbes colombiennes. Créative et virtuose, Palenque nous projette aux racines de la cumbia, du porro et du fandango, les principaux genres de la musique des fêtes populaires et du carnaval. Pour l’occasion, Palenque sera accompagné par Ramón Benítez, le grand maître du « bombardino » (euphonium).
11:13 Anotado en Espectáculos, Música | Permalink | Comentarios (0) | Tags: concierto, verano, ginebra