Ok

By continuing your visit to this site, you accept the use of cookies. These ensure the smooth running of our services. Learn more.

martes, 02 febrero 2010

Más cara (3)

NV-IMP598.JPGCarmenza y Patricia hablaban de sentimientos y sensaciones. La una recordaba la alegría que sintió al encontrar a la vieja abuela embera que había conocido años atrás y que creía muerta, la tristeza de la despedida después de intercambiar tanto en pocos días, la sorpresa de sus descubrimientos, la alegría de haber coincidido con un viejo amigo en el hotel en Panamá o los dolores de estómago con un plato nuevo que quiso probar; la otra, sus ilusiones con el nuevo trabajo de representante de una pequeña empresa suiza en España, la pasión que estaba viviendo con un hombre mayor que le había prometido que se iba a divorciar por ella, la dicha de haber conseguido la ropa que buscaba a buen precio en saldos en El Corte Inglés o la furia de tener que competir con otros vendedores inescrupulosos que no querían dejarle tomar una parte mínima del mercado.

Antonio oyó a un primer grupo de banqueros, liderados por Jean y Elena, hablar de sus sueldos, de sus riesgos, de sus promociones, del estrés con que vivían desde la crisis, de la suerte de tener todavía esos empleos, de la competitividad, de las acciones que estaban en alza y de las que estaban perdiendo valor vertiginosamente, de lo bueno y lo malo del capitalismo, del secreto bancario que se estaba acabando, de sus próximas vacaciones, de sus ropas nuevas, de sus nuevos artilugios electrónicos de moda y de otras cosas de valor para ellos.

En un segundo grupo escucho a unos deportistas, en particular Giorgio y Nina, contar lo que habían logrado en el esquí, en las competencias de maratón en la última Escalade de Ginebra, en sus progresos en el fitness, en las carreras en bicicleta o con el régimen alimenticio de moda; intercambiar trucos para aumentar los músculos, la resistencia, la puntería en tenis o en golf, comentar el buen ambiente del fútbol o las nuevas llaves del judo o de la lucha grecorromana.

Así estuvo de grupo en grupo pasando de los practicantes del verbo tener, hacer, querer, ser, conocer, ver, sentir, soñar o criticar, con sus máscaras características en la vida social debajo de los disfraces de carnaval.

En ese recorrido por la fauna urbana, en un claro del bosque se encontraron de nuevo Carmenza y Antonio como aislados del mundillo que los rodeaba. «¿Te diviertes?», preguntó ella. «Me gusta observar a la gente y esta fiesta es un lugar ideal para ver cómo se comportan. Me siento distante y distinto de todos. En el fondo solo soy un pobre pescador de un puerto cantábrico», contestó. «Todos somos diferentes, pero nos comportamos como actores en la vida. La verdadera sinceridad no existe. Aquí hay personas de diferentes medios sociales y educación. No hay por qué sentirse mejor o peor que los demás», dijo ella. En ese momento entró Patricia con su gran olla de comida embera y los invitados se botaron como moscas sobre ella con la curiosidad de siempre por esos platos exóticos que les preparaba.

19:38 Anotado en Cuentos | Permalink | Comentarios (2) | Tags: ficción, fiestas, disfraz, nieve

domingo, 31 enero 2010

Golpe de tenedor

tenedor.JPGCuando el policía terminó el último bocado, cayó en la cuenta de que se habían comido el arma del crimen: un pernil de cordero con el que golpearon al carnicero.

jueves, 28 enero 2010

Concurso de libros de relatos

VIVENDIA4.gifCuando me llegó hace unos meses la convocatoria del 4º concurso Vivendia de relato, dudé en participar. Por un lado, era un incentivo para compilar un libro de relatos aunque no resultara escogido, pero por otro, eso de competir con otros escritores es un riesgo para el ego que no siempre uno se atreve a correr. Me dejé llevar por la idea de pensar en una colección de relatos con miras a una publicación independientemente del riesgo de que fuera el ganador. Era una mezcla de probabilidades y temores como cuando oigo hablar del «riesgo vejez» en las compañías de seguros o del gordo de la lotería que uno sueña con ganar o el seguro de salud que preferiría no tener que usar nunca.

La primera etapa que seleccionó siete obras entre las noventa en competición me dio el gusto de ver mi contribución en ese grupo y ya con ese resultado yo estaba contento. Hoy me llega la noticia de que estoy entre los tres primeros y claro está estoy todavía más contento aunque no haya ganado, ya que estar en el podio de finalistas con la «medalla de plata» o de «bronce» es satisfactorio. Ahora falta ver cómo llevar a cabo ese proyecto de publicación impulsado por este reconocimiento.

Aquí http://www.edicionesirreverentes.com/vivendia4.htm pueden leer más detalles sobre el concurso.