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sábado, 21 septiembre 2013

Infancia clandestina

InfanciaClandestina.jpgRegreso a los terribles años de represión de la dictadura militar argentina al final de los años setenta. Qué difícil que debió de ser esa vida para los militantes políticos. Es el punto de vista de un niño que tiene que hacerse pasar por otro para proteger a sus padres. Contrasta el mundo de la infancia en el umbral de la adolescencia y de los primeros amores en paralelo con la vida secreta de sus padres guerrilleros montoneros que regresan con él y su pequeña hermana para tratar de oponerse al régimen autoritario asesino. Un tema difícil pero necesario de tratar.

El director argentino Benjamín Ávila brinda un homenaje a su madre que fue desaparecida en esa época. Me recordó la película Machuca del chileno Andrés Wood y El laberinto del fauno del mexicano Guillermo del Toro. El uso de imágenes en primer plano quiere mostrar la perspectiva del niño, pero me pareció exagerado y pesado como procedimiento. Parece una película hecha para televisión, además de que le resta importancia a la imagen de fondo y de conjunto. La técnica de mostrar con dibujos animados las escenas más violentas me pareció muy buena y apropiada.

Enfance clandestine
Date de sortie 8 mai 2013, (1h50) 
Réalisé par Benjamín Avila
Avec Ernesto Alterio, Natalia Oreiro, César Troncoso
Genre : Drame
Nationalité : Espagnole, argentine, brésilienne

Synopsis : Argentine, 1979. Juan, 12 ans, et sa famille reviennent à Buenos Aires sous une fausse identité après des années d’exil. Les parents de Juan et son oncle Beto sont membres de l’organisation Montoneros, en lutte contre la junte militaire au pouvoir qui les traque sans relâche. Pour tous ses amis à l’école et pour Maria dont il est amoureux, Juan se prénomme Ernesto. Il ne doit pas l’oublier, le moindre écart peut être fatal à toute sa famille. C’est une histoire de militantisme, de clandestinité et d’amour. L’histoire d’une enfance clandestine.

http://www.allocine.fr/film/fichefilm_gen_cfilm=191079.html

domingo, 15 septiembre 2013

Dedicatorias

NV-IMP854.JPGNo sé cómo hacen los escritores famosos que firman centenares de libros en una feria o en una presentación de librería. Lo bueno es poder hablar un poco con el lector para descubrir algo sobre él, pero cuando hay tanta gente haciendo cola, me parece casi imposible. Algunos se contentan con poner nombre o firma con fecha y lugar. A veces no solo indican la ciudad sino el sitio mismo. Otros añaden una frase supuestamente original y única al lado del nombre de la persona que recibirá el libro. Los autores de historietas suelen dejar un dibujo simple o complicado. Un texto neutro podría ser «para Fulano de Zutano» como si fuera un regalo de Navidad.

El diccionario define dedicatoria como una carta o nota dirigida a la persona a quien se dedica una obra, y que en los escritos se sitúa al principio, impresa o manuscrita. Dedicar en este contexto es dirigir a alguien como obsequio, un objeto cualquiera, y principalmente una obra literaria o artística. «Te dedico esta canción», puede decirle un enamorado a su amada.

Nunca se sabe qué va a pasar con un libro autografiado ya sea la dedicatoria del autor o de quien lo obsequia. Ahí se ve la importancia relativa y pasajera de esos párrafos. Se parece a la lectura de tarjetas postales antiguas o ver fotografías viejas de cuyos retratados nadie ya recuerda. Se regresa así al anonimato y a la eternidad. Por eso me gusta abrir libros viejos en los mercados de las pulgas: para leer dedicatorias. Si uno deja volar la imaginación puede salir un buen relato. Escribí uno de esta forma y tengo por terminar una novelita que me inspiró el mismo método. Ojalá pueda sacar tiempo necesario para acabarla.

Aunque no sea un experto en la materia, tengo algo de experiencia. Lo que me parece más difícil es escribir dedicatorias una tras otra donde sea. Por un lado casi no escribo a mano y mi caligrafía no merece ese nombre y  puede ser indescifrable. Por otro tratar de ser original en cada autógrafo es imposible. El nombre de la persona a veces da ideas para el texto. Si es alguien que conozco, tengo más pistas para un mensaje personal, pero si no, me cuesta trabajo no repetirme. Quizás la idea de que van a tener el mismo mensajes dos libros que van a ser leídos por personas diferentes me incomoda, como si se fueran a encontrarse y descubrirlo. Por fortuna lo bueno es entrar en contacto con el lector. Si es alguien que ya ha leído uno de mis libros, me gusta saber qué piensa, qué le gustó o disgustó pues cuando uno escribe no se imagina todas las interpretaciones o preguntas que pueden tener los lectores. Anoche en un concierto tuve la sorpresa de hablar con una señora que me dijo estar leyendo uno de mis libros. Parece que le ha gustado.

domingo, 08 septiembre 2013

Trastero atiborrado

NV-IMP853.JPGHace un par de años ya lo había planeado pero la visita de un familiar me impidió llevarlo a cabo. El tiempo se encargó de distraerme con cosas más interesantes que ese encontronazo. Me decidí a enfrentármele tras muchas procrastinaciones. Pensé que el mejor momento para tomarlo por sorpresa era durante las vacaciones. Fue una lucha cuerpo a cuerpo entre polvo y recuerdos. Sucedió hace un mes.

Después de una semana de descanso en la montaña regresé con fuerzas para acabar con él de una vez por todas. El lugar de los hechos es más fresco que el resto del edificio a pesar de estar en la planta baja y no en el sótano donde suele quedar. Bajé temprano en la mañana, sin hacer ruido. A esa hora nadie andaba cerca. Cerré detrás de mí la puerta del corredor y me dirigí al primer cuarto cerrado con llave a la derecha junto a otros idénticos.

Abrí con energía después de tomar mucho aire. Encendí la luz y ahí estaba esperándome. Era un gigante disfrazado con una mezcla de materiales inertes: cartón, cuero, metal, plástico y hasta productos químicos. Creí que me iba a caer encima para aplastarme. La humedad y el olor a cosas viejas eran repelentes. El polvo y las telarañas completaban el aspecto sombrío de abandono y soledad. Se escondió detrás de unos estantes. Lo dejé tranquilo haciendo de cuenta que venía en busca de otra cosa. Comencé a sacar cosa tras cosa los paquetes más voluminosos que fui subiendo a la terraza para airearlos y clasificarlos.

Cada día iba al basurero de reciclamiento para tirar en el contenedor apropiado el papel, metal, vidrio, madera, plástico, electrodomésticos. Poco a poco iba tomando forma. Ya me acercaba a su escondite cuando arremetió contra mí haciendo desequilibrar un estante. Casi me caen encima unas pesadas maletas. Tocó cambiar de estrategia. Bajé al piso lo más pesado para evitar que terminara de desplomarse y me fui a comprar un mueble sólido. Volví con una repisa metálica para armar sin tornillos y capaz de soportar pesos de más de cien kilos por entrepaño. El sistema de pestañas metálicas que encajan y ajustan las columnas y los planos verticales resultó más complicado de armar que lo pensado. Era necesario alinear muy bien las partes y darles con un martillo suavemente hasta que fue tomando forma. Tuve que desmontar alguna pieza por haberla puesto al revés pero al cabo de dos días ya lo tenía armado.

Saqué todos los paquetes de un lado de la bodega, los subí a la terraza, instalé el nuevo estante y volví a poner las cosas ya ordenadas en sus nuevos puestos. El aspecto era más agradable a la vista y al olfato. Hasta redescubrí cosas que había olvidado hacía tiempo. Juguetes de los hijos, carritos de colección de mi infancia, cuadernos viejos.

La semana pasó volando, el monstruo estaba medio herido y arrinconado en medio de corotos, peroles, cachivaches, vainas y chingaderas. El estoque final tendría que ser aplazado para otra oportunidad. Me imaginé que detrás de la pared del fondo habría una puerta que daba a un jardín florido donde una bicicleta me esperaba para ir a pasear por mundos nuevos maravillosos.

Algún día llegaré hasta ella y echaré a patadas los desechos de ese monstruo del desorden que vive en esos lugares para guardar trastos viejos que son prácticos hasta que ya no les cabe nada más y toca resolverse a ordenarlos. ¡Qué pesadilla!