viernes, 03 julio 2009
La ciudad y los idiomas (15 de mayo del 2001)
(El comentario de Fernando me recordó un chiste sobre un gringo y un mexicano. Lo estaba buscando en mi PC y me encuentro con el siguiente texto que escribí hace años en un foro sobre idioma. Si no encuentro el chiste escrito, lo escribiré de memoria, pero no hoy; no tengo tiempo.)
No sé si sea muy original al escribir estas líneas, pero se me ha ocurrido que las ciudades son como los idiomas. Me explico. Vivimos en una ciudad, así como vivimos en un idioma. Un idioma tiene importancia, como grande y conocida puede ser una ciudad. Ésta tiene su historia, sus barrios, sus gobernantes o sus delincuentes. Algunos viven en ella sin quererla y sin preocuparse por ella. Otros velan por su mantenimiento, restauración o embellecimiento. Si destruimos su casco histórico, la ciudad pierde la memoria y enlace con el pasado. Sin embargo, debe poder crecer y adaptarse a la vida moderna. Cada barrio tiene su carácter que lo identifica, pero todos forman parte de la misma urbe. Así pasa con los regionalismos y particularismos del idioma.
Hay barrios que preferimos visitar, otros que queremos olvidar y luego, está el barrio que escogemos para vivir y quizá, donde tenemos nuestras raíces.
Cuando visitamos otras grandes ciudades, siempre las estamos comparando con la nuestra. Algunas nos gustarán por un tiempo, pero no siempre remplazan a la nuestra. Hay ciudades abandonadas o en ruinas. Hay ciudades sin alma y otras que impactan por su personalidad. Cuando se deciden grandes cambios urbanísticos, siempre hay discusiones sobre la utilidad, oportunidad o costo que conllevan. La ciudad en que vivimos es diferente a aquella en que vivieron nuestros padres y a la que dejaremos a nuestros hijos, lo que dependerá mucho de los que allí viven, la cuidan o maltratan. También hay quien prefiere vivir en el campo o está por obligación en un lugar que no le satisface.
Bueno, esas son algunas ideas que me han surgido de repente. Quizá porque soy un citadino y amo los idiomas, quizá porque me he mudado de ciudad (o más bien, de pueblo) hace ocho días y he caído en la cuenta de que he dejado el lugar donde hasta ahora he dormido y soñado el mayor número de noches consecutivas, quizá porque he estado preparando una velada sobre la vida en las grandes metrópolis como México, quizá porque leo los mensajes de esta lista...
NV, 15 de mayo del 2001
miércoles, 17 junio 2009
Historia de un sufijo
Hace años oí en la televisión un comentario muy interesante sobre el origen de la palabra ómnibus. En 1826 el propietario de unos baños termales en Nantes, Francia, abrió una línea de coches que iba del centro de la ciudad a su establecimiento para facilitarles el transporte a sus clientes. Los nanteses empezaron a usar ese medio de transporte para desplazarse, sin ir necesariamente a los baños.
Luego se popularizó en París y en el resto del mundo.
Resulta que los coches salían de un lugar de la ciudad donde había una tienda de sombreros cuyo nombre era «Todo para todos», pero en latín. No sé cómo se dirá eso, pero incluía la palabra omnibus que es una declinación de omnis. La gente le dio a los coches el nombre del paradero es decir del almacén.
Después, cuando los omnibuses se volvieron automóviles dejando de lado la tracción animal, tomaron el nombre de ómnibus-automóvil y de ahí autobús. En muchas partes e idiomas se les llama bus a secas. ¡Ahora encuentra uno los buses hasta en los intestinos de los PC!
Una vez que se especializó ese sufijo «bus», aparecieron otras palabras como bus, aerobús, autobús, bibliobús, ferrobús, microbús, minibús y trolebús.
Buscando por la red encontré lo siguiente en <http://www.museudantu.org.br>:
«A primeira cidade do mundo a ter esse serviço de transporte, com esse nome específico, foi Nantes, em 1826. Bordeaux segue em 1827 seu exemplo, e, também um ano depois a cidade de Paris. (fonte de consulta: "La Voiture à Travers Les Âges" - de Laszlo Tarr).
A primeira afirmativa para a palavra omnibus surge em Nantes, na França, onde um possível marchand de chapeaux (vendedor de chapéus), de nome Omnes
- que em sua origem latina representava "tudo para todos" -, teria sido, esse comerciante, o primeiro a explorar esse tipo de serviço público, e que, variando seu nome, teria determinado o nome do novo sistema de transporte "omnibus", ou seja, veículo "para todos".»