miércoles, 16 febrero 2011
Recurrencias
Como de costumbre me perdí de nuevo en una ciudad extranjera, esta vez, en un país árabe. Iba con un grupo de personas, padres de familia, a dejar unos niños en un espectáculo para más tarde volver a recogerlos. Consciente de que no conocía bien el camino, tuve la precaución de anotar la dirección en un papel que guardé cuidadosamente en mi bolsillo. En el camino de regreso, como lo temía, me perdí del grupo. Decidí regresar sobre mis pasos hasta el lugar inicial con la esperanza de volver a ver a los otros al cabo de un rato. Recordaba que tenía que girar a la izquierda, caminar dos cuadras, girar dos veces a la derecha y de ahí, como no debería de quedar muy lejos, con seguridad reconocería visualmente el lugar. Debí de equivocarme en algún lado; ya no había ningún edificio familiar aunque todo parecía no estar muy lejos de la Plaza Tahrir en El Cairo. Me acordé del papel con las señas que había escrito y en ese momento me desperté. Busqué la dirección en vano y me di cuenta de que se me había quedado en el sueño, de manera que nunca sabré dónde quedaba ese lugar ni si fueron a tiempo a buscar a los niños. A menudo me pierdo en los sueños y me cuesta volver a la realidad al despertar.
lunes, 14 febrero 2011
Beethoven sinfónico
No he asistido muchas veces en mi vida a conciertos de orquestas tan numerosas como el del viernes pasado en Ginebra. Además el último movimiento de la sinfonía incluye el famoso coro Oda a la alegría y fue impresionante oírlos con esa fuerza impresionante. Los solistas cantando tan fuerte en medio de esa orquesta me sorprendieron. Claro que la sala de conciertos tiene una acústica excelente que se presta perfectamente al espectáculo. Pensar que el conservatorio cumple ciento setenta y cinco años es decir no muchos años después de la muerte de Beethoven me dejó pensativo. Por último pensar que el compositor era sordo y sin embargo llegaba a producir esas obras maestras de la música es asombroso. Total una noche de vuelta al pasado musicalmente o quizás una demostración de que las verdaderas obras maestras son intemporales.
175ème anniversaire du Conservatoire de Musique de Genève
Vendredi 11 février 2011 20h
Orchestre de la Haute École de Musique Genève
Emmanuel Krivine direction
Priscille Laplace soprano
Brigitte Balleys mezzo-soprano
Jörg Dürmüller ténor
Gilles Cachemaille baryton-basse
Choeur de la HEM
Celso Antunes direction
Ludwig van Beethoven
Symphonie n° 9 en ré mineur op. 125 pour soli, orchestre et chœur mixte
Free entrance, get tickets at the outlets of the City of Geneva: Alhambra, Arcade municipale, Cité Séniors, Grütli, Genève-Tourisme, Centrale Billetterie T 0800 418 418 (Suisse) T +41 22 418 36 18 (Étranger), Organisation CMG – HEM
08:03 Anotado en Espectáculos, Música | Permalink | Comentarios (0) | Tags: sinfonía, concierto
domingo, 13 febrero 2011
Dictador, dictaminador, díctamo y otras yerbas
La situación era más grave de lo pensado. Nadie había imaginado tan repentino suceso. La crisis se preparaba en calma cual vulgar estofado en espera de la fecha aciaga. Ese día estalló pitando como una olla de presión:
- Tantos años sirviéndolos a ustedes, dirigiéndolos, encargado de llevar las riendas de nuestra empresa, conduciéndolos por el camino más seguro hacia el éxito, hacia un mundo mejor y ¿es así como me pagan? ¡Qué ingratitud! Todos mis desvelos fueron vanos, mis esfuerzos no fueron reconocidos ni compensados. No me pueden sacar de aquí como un mueble viejo que hay que reemplazar. No, señores. De aquí no me saca nadie. Treinta años de leales servicios no se borran así. Por más de que griten ahí afuera, ¡no me voy! Pueden tumbar la puerta si quieren. No crean que voy a ser como Ben Ali o Mubarak. Nada de eso. Me niego a convertirme en un bagazo humano.
- Salga de ahí. Abra la puerta. Llegó el momento de partir. Se lo pedimos a las buenas. Mire que usted ya tiene sesenta y cinco años y es hora de voltear la página, de que una persona joven, alguno de nosotros, sus colaboradores, ocupe su puesto. No nos obligue a utilizar la fuerza. ¡Abra ya!
- ¡Desagradecidos! Esto se irá al garete si dejo mi puesto. Hay gente irremplazable, uno de esos soy yo. Después de mí, el diluvio. Si quieren que me enloquezca y muera en pocos días, fuercen la puerta, derríbenla a patadas. No voy a abrir. Ya me di cuenta de que me cortaron la conexión a Internet, de que interfirieron y enmudecieron mi teléfono móvil, que cortaron la línea telefónica, que afuera está el camión de los bomberos con esa escalera alta lista para entrar a la fuerza por la ventana. Si quieren que me suicide, entren ya mismo.
- No es para tanto. Usted lo sabía desde hace tiempo. Llegó la hora de dejar de trabajar. Tiene que jubilarse, señor director.
- No, no y no. Antes me ahorco o me tiro por la ventana,
- Bueno. Vale. Lo dejaremos en su puesto durante unos meses más mientras encontramos la forma de solucionar la cuestión administrativa de su jubilación. No es para tanto. Abra la puerta y hablamos.
- Así a las buenas, sí puedo abrir. Por fin encontraron el camino de la razón. Eso sí, cuidado con lo que hace.
La camisola de fuerza estaba esperándolo en el corredor. Una inyección soporífica completaba la recepción de despedida que le estaban preparando. El nuevo director de la fábrica por fin podría tomar sus funciones después de la jubilación forzada de ese patrón vejestorio. Todo volvía a la normalidad.
09:46 Anotado en Juego de escritura | Permalink | Comentarios (0) | Tags: ficción, jubilación, dictadura