Ok

By continuing your visit to this site, you accept the use of cookies. These ensure the smooth running of our services. Learn more.

domingo, 17 junio 2012

Primera clase

NV-IMP808.JPGEstaba en la Universidad de los Andes en Bogotá, Colombia, listo para dictar mi primera clase del semestre. Era un día de sol. Entré en el anfiteatro. Estaba repleto. No había puesto libre a pesar de lo enorme que era. Los estudiantes me miraban con curiosidad tratando de adivinar quién era ese nuevo profe. Los vi menos jóvenes de lo que imaginaba. En ese momento no tenía muy claro lo que iba a decirles. Ni siquiera recordaba el título del curso.

Me quedé tranquilo mirándolos. Cuando se quedaron en silencio, me presenté y pedí que cada alumno, empezando por los de arriba que estando tan alejados a duras penas distinguía, dijera brevemente, su nombre, sus expectativas con mi clase, lo que más les gusta hacer en la vida y los proyectos para el futuro.

Eran tantos que a mitad de clase solo había hablado una minoría. Al rato un grupo se levantó y salió sin decir nada. Pregunté qué pasaba. Uno de los de adelante contestó que seguramente habrían salido para entregar documentos que les pedían urgentemente en la administración y otros quizás se habían aburrido y cambiarían de curso.

Para acelerar el ritmo, ya que la hora de clase estaba por terminar, pedí a todos que me enviaran por correo electrónico un resumen de lo que habían dicho o hubieran querido decir.

Cuando estaba a punto de escribir mi dirección electrónica en el tablero, me desperté. Estaba en mi cama en Ginebra, Suiza, a miles de kilómetros de distancia de todo eso que se desvanecía de mi memoria.

Durante el camino al trabajo esta mañana estuve pensando en las razones de ese sueño de anoche. ¿Sería por un texto que leí sobre los cambios en las universidades que ahora prefieren la cantidad a la calidad o por una conferencia que tengo que dictar en octubre y no he empezado a escribir ni preparar? Lo cierto es que cuando encendí mi PC en mi despacho y me puse a leer el correo electrónico me encontré con mi buzón lleno de mensajes con resúmenes de lo que contaron mis estudiantes en el sueño y no sé cómo llegaron hasta mí. Ahora tengo que decidir si los contesto ya mismo o si espero a esta noche para hablarles directamente en mi sueño que espero continúe o se repita y para que me expliquen cómo hicieron para escribirme.

08:00 Anotado en Cuentos | Permalink | Comentarios (0) | Tags: sueños, ficción, universidad

domingo, 03 junio 2012

Viaje en cama

NV-IMP807.JPGMe has convencido, dejo a mi marido. Vive en estado vegetativo desde su accidente hace un año. Lo veo a diario. No mejora. Pensaba pasar la vida entera esperando su despertar o su muerte. Lo cuidan bien, no le faltará nada. Me voy a dar esa vuelta al mundo que planeaba con él y se la contaré a mi regreso.

martes, 29 mayo 2012

Sin título

NV-IMP806.JPGSe despertó sin saber la hora. Un rayo de sol le hizo abrir los ojos. La casa estaba silenciosa. La mañana empezaba a calentarse. Miró las grietas de la pintura en el cielorraso buscando figuras extrañas en las paredes. Un dragón, un avión, una cara riendo, una pareja besándose. Cayó en la cuenta de que estaba de vacaciones. Por eso nadie lo había despertado. Había pasado tantas noches en vela preparando los exámenes de bachillerato que se compadecieron y lo dejaron tranquilo. Decidió levantarse. Sentado al borde de la cama se desperezó. Fue al baño. Se vio en el espejo con esa cara de adolescente tardío, el cabello en desorden y un barro en la punta de la nariz. Abrió la ventana y dejó entrar el ruido de la ciudad. De la casa vecina llegaba una música de moda seguramente de la joven de al lado que tanto gustaba escuchar cantantes franceses: Aznavour o Adamo. Estaba seguro de que obtendría el diploma de bachiller, que pasaría el examen para entrar a la universidad, pero andaba indeciso de los estudios que quería emprender. ¿Ingeniero, médico, filósofo, economista, sicólogo, abogado, músico, pintor, arquitecto? Había discutido mucho sobre el tema con amigos y familiares. Todos le daban consejos pero siempre encontraba peros. Quería una profesión que le diera dinero suficiente para vivir sin problemas, pero no demasiado para tener una motivación de trabajar. Quería una profesión que lo mantuviera ocupado, que le gustara mucho, que ayudara a progresar a la humanidad, que fuera orgulloso de ejercerla. No podía estudiarlas todas. A veces le daban ganas de no estudiar más y ponerse más bien a trabajar. Estaba en una encrucijada. Alguien le sugirió que tomara un año sabático para pensarlo con calma, que se fuera a viajar o a estudiar idiomas al extranjero. Su novia le propuso que se casaran, tuvieran hijos y vivieran de la herencia de sus ricos padres. Tenía dieciocho años de edad y la vida por delante. Decidió volverse a dormir para olvidar un rato más el futuro que se le abalanzaba. Volvió a abrir los ojos. Vio que el cuarto estaba con las paredes más agrietadas que nunca, las telarañas habían invadido todos los rincones. Se levantó pero un dolor de espalda le impidió estirarse como quería. Un bastón en el piso le ayudó a levantarse. Fue al baño. Vio en el espejo una cara arrugada de viejo que lo miraba con espanto, el cabello escaso y blanco en desorden y esos ojos que era lo único que no había cambiado en su cuerpo decrépito. Abrió la ventana. El barrio no era el mismo. En lugar de casas había edificios de apartamentos y ese ruido de música escandalosa de moda que le molestaba tanto. Calculó que estaba por cumplir ochenta años y pensó que la vida había pasado demasiado rápido. No había sido suficientemente larga para decidir qué estudiar. El dinero de sus suegros ricos sí alcanzó para no hacer nada fuera de darle gusto a su esposa que ahora abandonaría. Entonces se dijo que era mejor vivir sin diplomas ni títulos. Sería un hombre libre.

22:52 Anotado en Cuentos | Permalink | Comentarios (0) | Tags: tiempo, indecisión