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domingo, 24 enero 2016

Chroniques bogotanaises II

Colombia, aclimatación

Il est venu le temps de commencer le deuxième chapitre de mes chroniques en français. Ça fait en effet deux ans depuis le dernier voyage en terres colombiennes. C'est quand même drôle de se trouver ici. La tête n'a pas encore fini d’atterrir comme nous le montre les difficultés à nous coucher tard (on a sommeil dès 20h) et la facilité avec laquelle on n'a plus sommeil avant cinq heures du matin. Ça viendra.

Le phénomène du Niño fait des siennes en ce moment avec une chaleur et une sécheresse incroyables. On peut se balader en chemise à manches courtes sans problème. Bien sûr lorsque le soleil se couche la température descend car la capitale est à 2640 mètres d'altitude. Plus bas dans la vallée du Magdalena (où l'on compte se rendre la semaine prochaine) ça doit être la canicule. Aujourd'hui nous avons eu quelques gouttes de pluie dans l'après-midi, mais sans que l'on soit obligé d'ouvrir le parapluie.

Ces premiers jours ont été occupés à réparer quelques appareils qui en marchaient pas comme le chauffe-eau ou la batterie de la voiture. La construction d'immeubles continue de me surprendre par son dynamisme. Les nids-de-poule sur la chaussée sont toujours là où l'on s'attend le moins. Il faut conduire avec prudence lorsque les embouteillages nous permettent d'accélérer. En Colombie il n'y a pas de tolérance pour l'alcool au volant. Il faut être à zéro degrés et donc si l'on boit du vin ou une bière, on en doit pas conduire après sous peine d'une grosse amende.

Nous avons quitté Genève avec la neige qui commençait à tomber ainsi qu'à New York où l'on a fait escale. Heureusement, c'était le week-end dernier et pas celui-ci, car la tempête de neige fait rage à l'est des États-Unis où les aéroports sont fermés.

C'est quand même drôle d'être ici, mais je suis content.

domingo, 27 diciembre 2015

Sueños laborales

NV-IMP939.jpgNo es que tenga ganas de trabajar sino que a veces tengo sueños en los que estoy trabajando. Por fortuna cada vez son menos frecuentes. Me veo en la oficina o en una conferencia o reunión enfrentado a problemas por resolver o situaciones difíciles. Busco soluciones, me siento preocupado pero de repente mi subconsciente me hace caer en la cuenta de que estoy jubilado y de que no tengo que preocuparme más por eso. A veces explico a mis colegas de trabajo que ellos tienen que resolver esas cosas solos pues yo ya no trabajo. A veces me despierto contento de no estar en esos líos.

Interesante que la cabeza tenga que volver a esas situaciones y entornos como por necesidad quién sabe por qué reacción a lo que me haya sucedido durante el día. Tengo planeado mantener un contacto con la técnica informática ya sea programando por placer o leyendo libros o artículos sobre informática o lingüística computacional, pero el día se me escapa en otros menesteres sin remedio. Espero que sea cuestión de organizarme mejor por más de que los días sigan teniendo solo veinticuatro horas y necesite todavía dormir siete horas.

sábado, 26 diciembre 2015

Noche de Paz

NV-IMP938.jpgSi todos los días fueran iguales, no nos daríamos cuenta del paso del tiempo. Si no se reunieran las familias de vez en cuando, los lazos que las unen se romperían. Es lo que sucede en estas épocas navideñas que nos permiten pensar en el año que termina, planear o soñar con el año que viene, encontrarse con los suyos tratando de restaurar esa célula familiar que existió cuando de niños vivíamos juntos bajo el mismo techo familiar protegidos por nuestros padres.

Sin necesidad de buscar motivos religiosos o comerciales, me gusta dejarme llevar por este ambiente de paz, como una tregua en la lucha diaria para sobrevivir o ganar batallas de todo tipo que peleamos consciente o inconscientemente. Los niños disfrutan con la ilusión de los regalos que les llegan con su magia. Regalarse cosas es una buena muestra de afecto.

No sé en cuantas familias tienen que lidiar con conflictos que llevan a enemistar hermanos o padres al punto de no poderse ver ni en pintura. Ni hablar de de los huérfanos, la personas solas o sin dinero marginados de estas fiestas inalcanzables y lejanas. Pensar en los países en guerra es otro dolor de cabeza.

Poder olvidar por unas horas esos problemas locales o mundiales es una suerte. Por eso mismo disfruto esos momentos compartiendo una buena cena en familia, música, cantos, regalos o risas. Ya tendremos tiempo de volver a preocuparnos con la esperanza de no enloquecernos de desesperanza e impotencia.

12:13 Anotado en Elucubraciones | Permalink | Comentarios (0) | Tags: fiestas, treguas