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miércoles, 05 agosto 2009

Fuegos artificiales

NV-IMP474.jpgEl sábado pasado fue la fiesta nacional suiza que conmemora la creación de la Confederación Helvética hace setecientos y pico de años. Estuve en el Grand Saconnex una comuna del cantón de Ginebra que queda al lado de mi casa. Como el año pasado, estuvimos comiendo salchichas con papa frita acompañadas con cerveza. De casualidad nos encontramos con varios amigos. No creía que fuera a ver mucha gente conocida pues no es el lugar donde vivo ni suelo pasearme. Esta vez estuvimos comiendo y compartiendo la mesa con una pareja franco-suiza que conocemos hace tiempo y que casualmente encontramos ahí. Son simpáticos y llenos de energía. Estaban pendientes de que comenzara el baile popular para ir a bailar en el tablado. Nos invitaron y ni cortos ni perezosos estuvimos moviendo el esqueleto y recordando pasos de tango, chachachá y otras danzas de siempre.
El amigo suizo insistió en explicarnos la historia de su país con el juramento de Rütli de los tres cantones originales y nos instó a que aprendiéramos el himno para que cantemos con él el año entrante. En la web encontré lo siguiente: Los orígenes de la Confederación Helvética se remontan al año 1291, año en el que los «cantones fundacionales» –las Tres Comarcas: Schwyz, Uri y Unterwald (hoy dividido en dos semicantones: Bajo y Alto Unterwald)– prestaron el famoso juramento de ayuda mutua, constituyendo la primitiva alianza (en realidad un renuevo de un pacto anterior). Las tres comunidades fundadoras decidieron que en el futuro se adoptasen las decisiones por unanimidad y que las discordias internas se resolviesen mediante arbitraje.
Otro amigo suizo con quien me crucé ese día me contó que había estado con su familia en un pueblo cercano en un brunch campestre muy copioso que se acostumbra organizar para la fecha.
Antes de los fuegos artificiales, la banda de músicos fue a dar una vuelta seguida de niños que llevaban faroles de papel con velas encendidas. El espectáculo pirotécnico estuvo muy bien aunque quizás por la distancia a la que estábamos resultó muy ruidoso.
Me quedé con al curiosidad de saber a qué altura alcanzan a llegar esos voladores en un espectáculo de estos. A primera vista parecen subir mucho en el cielo, pero como uno no tiene puntos de comparación, creo que la mente se engaña y exagera el cálculo. Hubiera dicho cien metros, pero cuando pienso que un edificio de veinte pisos tiene ya como cincuenta metros de altura, no creo que lleguen tan alto.
Uno de los primeros fuegos artificiales que vi en Europa fue en Mónaco desde los jardines que dominan desde lo alto el puerto. Se veía muy bien. Fue impresionante. Era durante un viaje de fin de semana organizado para los estudiantes de francés que estábamos en curso de verano.
Con el tiempo uno termina acostumbrándose a todo y hoy los fuegos artificiales rara vez me sorprenden. El próximo fin de semana será el gran espectáculo «piromelódico» anual de Ginebra. Ojalá no llueva.
http://www.fetes-de-geneve.ch/

viernes, 31 julio 2009

Huitzilopochtli, Dios de La Guerra

Huitzilopochtli.jpgMe escribe una amiga mexicana preguntando que cuándo iremos nuevamente por allá y que recordáramos que si pasamos muchos años sin visitar suelo azteca, nos puede caer la maldición de Huitzilopochtli y que nos tocaría ir planeando una visita pronto, para evitarnos problemas.
Le contesté que nos gustaría volver antes de que nos caiga la terrible maldición y ojalá sea pronto, pero que ellos también tienen que venir a Francia antes de que la maldición de Asterix, Obelix y su banda les caiga sin piedad. ¡Tengo que defenderme de supersticiones de alguna manera aunque sea chiste y no crea en ello!
Según leo en la Web, es un nombre náhuatl, que quiere decir «colibrí zurdo» o «colibrí del sur». Es el dios de la guerra y guía principal de los mexicas o aztecas desde el inicio de su peregrinación hasta su establecimiento en Tenochtitlan. Tiene dos aspectos: como «Colibrí del Sur» es uno de los guerreros muertos en el campo de batalla que, transformados en colibríes, van al Paraíso del Sol en el oriente y así liban la miel -la sangre- de las flores preciosas, que son corazones humanos obtenidos en la Guerra Florida, y el de autosacrificio procedente de la lengua y las orejas puncionadas con espinas de maguey. La palabra opochtli, en el final de su nombre, se usaba para referirse al alter ego, al «otro yo», que en la mitología mexica era lo que llamaban el nahual. En este caso el colibrí era el nahual del dios de la guerra.
Tantas mitologías que han existido en este mundo y no conozco casi nada.
Lo de maldiciones es otro cuento. Un amigo me contó que hace tiempo una gitana le quería leer la suerte en la mano y él no quiso a pesar de que ella insistió mucho. Al final, la mujer se puso brava y le predijo que iba a tener la muerte de la sartén. Entonces ni corto ni perezoso le pidió que no se fuera sin explicarse cómo era eso. La respuesta fue pues morirá colgado por el mango y con el culo quemado. Como este amigo es muy tomador de pelo, no sé si fue chiste o verdad.
A una jefa de dactilografía en mi trabajo le pasó hace mucho tiempo que tuvo que despedir a un empleado (en realidad no le quiso renovar el contrato) pues era demasiado proselitista en religión (o sectas) y no se podía aguantar ese comportamiento. El tipo insistió mucho para que lo contratara sin lograrlo. Furioso parece que se arrodilló en el despacho y le dio una maldición terrible deseándole todos los males habidos y por haber. Ella no le puso cuidado, pero quedó muy impresionada. Cuando a un familiar muy cercano a ella le dio un cáncer y estuvo a punto de morir, se quedó pensando si no sería el resultado de la maldita maldición. ¡Cosas raras de la vida!

lunes, 20 julio 2009

Un lunes en la luna

NV-IMP465.jpgLa llegada del hombre a la luna coincidió con la fiesta nacional de mi país. En ese momento estaba pasando vacaciones en Medellín en casa de mi hermano. Había ido con mi papá a visitarlo a esa ciudad donde vivía relativamente recién casado y todavía sin hijos. Yo había estado muy pendiente leyendo todo lo que salía publicado al respecto pues me apasionaba el tema. Esa noche estuvimos reunidos en casa de unos amigos de la esposa de mi hermano. Seríamos un mínimo de diez personas sentadas en la penumbra frente al televisor blanco y negro siguiendo la transmisión en directo. Las imágenes eran tan malas que uno no entendía muy bien lo que estaba pasando. Mi papá era quizás el más impaciente. Me parece oírlo decir cosas como nos están tomando del pelo, no se ve nada bien o mentira será. Fue demoradísimo pero al fin cuando se vio más claramente la imagen del astronauta nos emocionamos todos. Creo que salimos a mirar la luna desde la calle y nos sorprendía ver que no se veía nada raro ni extraordinario. El número siguiente de la revista Life salió con muchas fotos en colores que yo guardé muchos años como reliquia. Creo que todos los jóvenes de mi edad queríamos ser astronautas. Me imagino que todo eso contribuyó a mi afición por la astronomía, pues en esos años leí muchísimos libros al respecto y aprendí muchas cosas. El tiempo pasa. Hoy es fiesta nacional en mi país y el mundo se acuerda del primer hombre en la luna. Yo también.