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miércoles, 30 diciembre 2009

Un día (16 de diciembre de 1999)

NV-IMP581.JPG¿Cómo escribir sobre un día en veinte minutos? Primero tendría que escoger qué día describir. El día que conocí la nieve, el día que puse los pies en Europa por primera vez, el día que fui papá, el día que escribí un cuento por primera vez, el día que besé a mi primera novia, el día que me perdí en la noche en Barcelona y pasé una hora buscando en carro el camino para llegar a la casa, etc.

¡Eso es demasiado para veinte minutos (que ya son quince). Entonces, para facilitar las cosas, tomaré el día de hoy.

¡Ring, ring, ring! Suena el reloj a las cinco y treinta de la mañana (debería decir de la madrugada). ¿Quién me mandó a ponerlo tan temprano? Me levanto en la oscuridad y lo apago maquinalmente como siempre. Voy al baño y luego a desayunar sólo en la cocina. Oigo las noticias y mientras tomo un jugo de naranja, un café con leche y tostadas con mermelada y mantequilla, empiezo a pensar en lo que tengo que hacer en las próximas horas. Lo más importante del día será escribir un informe para la reunión que tengo a las cuatro de la tarde en la oficina. Las noticias no son buenas (como csi simpre): guerra en Chechenia, carreteras heladas en Francia, política, desempleo, etc. (Me quedan diez minutos para terminar este texto.) Al fin desayunado, abro los postigos de la ventana de la sala para tantear el clima. Cielo despejado, temperatura de unos menos dos grados centígrados, no hay lluvia ni nieve, los vidrios de los carros en el estacionamiento no tienen escarcha..

Rápido, afeitada, lavado de dientes y una buena ducha que termina de despertarme definitivamente. Llamar a los niños y pelear con Diego para que abra los ojos y se dé cuenta que es la hora de pararse. Son las seis y cuarto de la mañana y Coni sale de sus cobijas frotándose los ojos. Mientras ella deja la habitación y yo me visto. Echo un vistazo a las noticias en la televisión en France 2, pero más que todo, lo que disfruto es del ambiente que le pone al programa el periodista William Lemergie (¡no sé cómo se escribe!). ¡Tiene mucha gracia!

Tender la cama, vestirme y preparar los documentos que pienso llevarme. La casa comienza a agitarse. Los niños se dan cuenta de que se les está haciendo tarde. (Me quedan tres minutos para terminar este texto.)

Miro y clasifico el correo que no tuve tiempo de leer anoche (¡Ah! Por eso me levanté tan temprano.) Llegan las siete y veinticinco minutos y debo prepararme para salir. Zapatos, bufanda, abrigo, maletín (hoy no llevo paraguas). ¿Qué se me olvida?

¡Ah! Recordarle a Coni que tenemos clase de tango en mi trabajo a las doce y quince, que no olvide llevar los zapatos de baile, que no olvide llevar los papeles que le preparé para la aseguradora. ¡Ah! Esta noche hay Scrabble. Llevaré de una vez el juego. ¡Ah! Esta noche tenemos taller de literatura con Abril. ¿Cuándo tendré tiempo de hacer la tarea que nos dejó?

(Son las seis y doce minutos de la tarde. Rápido. Imprimo este papel y salgo corriendo para la Maison St.-Pierre. ¡Ni siquiera pude revisar la ortografía ni la puntuiación. Ojalá no haya escreito frases muym largas...)

08:00 Anotado en Recuerdos | Permalink | Comentarios (3) | Tags: escritura, decenio

martes, 29 diciembre 2009

Decenio

NV-IMP580.JPGHace diez años estábamos muy ansiosos, excitados y nerviosos porque el año 2000 estaba por caernos encima. Era una fecha mágica para la humanidad. Desde niño siempre soñé con ese año con tres ceros que solo se dan cada diez siglos. Había calculado la edad que tendría en ese momento y me parecía que iba a estar ya viejo. Cuando estudié ingeniería de sistemas nos hablaron del error frecuente de usar dos dígitos para almacenar los años y de los problemas que habría el 1 de enero del 2000 en los computadores pues calcularían mal las fechas, pero parecía tan lejano: faltaban como un cuarto de siglo y se suponía que los programas escritos así ya no funcionarían más. Sin embargo el magnetoscopio que yo tenía en casa en 1999 no podía pasar al 2000 y me tocó comprar uno nuevo. El 2000 llegó sin dolor aparente y nos fuimos habituando poco a poco hasta que el 11 de septiembre del 2001 empezó el nuevo siglo de manera dramática. El 31 de diciembre del 99 estuvimos en casa de viejos amigos en Grenoble. Nos propusieron volver a pasar este año el 31 con ellos, pero ya estábamos comprometidos aquí. Ya es un lugar común decir que el tiempo vuela. En estos diez años han pasado tantas cosas. En el 99 vivía en otra ciudad, mis hijos no habían terminado bachillerato, andaba muy metido en una asociación cultural que me ocupaba demasiado tiempo, no mantenía ningún blog (¿ya existían?), creo que fue el año en que me consentí tener un teléfono celular, pero no tenía televisión por satélite y pasaba menos horas delante del PC, además mi jubilación era algo tan lejano que no conocía la fecha exacta. Varios familiares y amigos han muerto desde entonces, parejas que parecían muy sólidas se han divorciado, varios amigos contemporáneos ya son abuelos. En mis archivos del PC encontré con fecha de ese diciembre, entre otras cosas, unas fotos de la hija mayor de un sobrino que era un bebé de brazos, un cuento corto que escribí el 16 de diciembre de 1999 y que publicaré aquí mañana; la primera foto que tengo del 2000 es una de una pareja de bailarines de tango argentino que venían a Ferney a darnos clases. En fin, ¿qué podré decir dentro de diez años si estoy vivo todavía?

sábado, 07 noviembre 2009

Derrame cerebral

NV-IMP547.jpgHoy estuve en el hospital visitando a un amigo enfermo. Tenía mucha aprehensión en ir a verlo pues mi padre murió de un derrame cerebral a pesar de haber sido operado de urgencia; no tuvo mucha suerte. El recuerdo que me queda de él en la unidad de cuidados intensivos es muy triste. Apenás sobrevivió un mes después de la operación. Otro amigo que vivía aquí en el Pays de Gex, sufrió un ataque similar hace varios años y aunque sobrevivió, tiene medio cuerpo paralizado y tuvo que irse de aquí a su región de origen donde tiene más familia. La vida les cambió completamente. Hace unos años supimos de un caso dramático de un hombre que se había divorciado y vivía por aquí con una mujer más joven cuando sufrió un derrame cerebral. La vida también le cambió drásticamente pues no solo quedó hemipléjico sino que su nueva mujer lo abandonó. También he conocido casos de muertes súbitas por ruptura de aneurisma cerebral que es fatal. Creo que en ese caso uno no tiene tiempo de darse cuenta del ataque.

El amigo enfermo de hoy es en realidad un colega de trabajo muy amable que conozco hace tiempo y que estimo mucho; un traductor muy bueno cuya lengua materna es el inglés y habla francés y español muy bien, además de otros idiomas que conoce. Hace casi dos semanas sufrió un ataque cerebral. Afortunadamente lo operaron a tiempo y ahora se va recuperando poco a poco. Al comienzo no podía hablar ni mover un brazo. Ya puede armar frases sencillas, pero solamente en inglés y con mucha dificultad. Entiende lo que uno le dice, pero sufre mucho tratando de expresar su pensamiento. Me reconoció y me llamó por mi nombre. Es difícil conversar en esas circunstancias. Traté de darle ánimo, pero no pude demorarme mucho tiempo para no cansarlo ni ver su desesperación por no poder decir lo que quiere. Ojalá pueda volver a su trabajo de traductor y que recupere sus capacidades intelectuales sin secuelas.

Así es la vida con sus sorpresas a veces buenas y a veces malas.