lunes, 17 agosto 2009
Canícula
Ayer en Limoges tuvimos una temperatura de casi treinta y un grados centígrados. El sábado parece que fue peor pues ayer por lo menos había un poco de viento. En el 2003 por estos lados hubo hasta cuarenta grados. Hoy el clima estuvo más soportable con unos veinticinco a veintinueve grados.
Cuando hace tanto calor lo mejor es buscar lugares frescos. Por eso aprovechamos para visitar una cripta subterránea de la Abadía de San Marcial debajo de esa plaza de la República de la foto donde golpeaba el sol. La fuente y los árboles refrescaban un poco, pero el calor estaba ahí. Estuvimos en un bar del fondo tomando refrescos. Nunca había estado en esta ciudad que fue importante por formar parte del camino de Santiago y después por el descubrimiento de minas de caolín que permitieron el auge de la porcelana que necesita 50% de caolín, 25% de cuarzo y 25% de feldespato. La familia del esposo de una prima en Colombia se enriqueció al descubrir en su finca una mina de feldespato. ¡Enriquecerse porque uno encontró una fortuna debajo de unas piedras no le pasa a todo el mundo! Parece como las minas de oro en California en la película de Charles Chaplin. Hoy visitamos una antigua fábrica de porcelana, su alto horno que funcionó hasta 1960 y comprar platos con el famoso sello Porcelaine de Limoges por debajo es un poco sorprendente.
jueves, 30 julio 2009
Hablando de maletas perdidas
Me comenta un colega de trabajo que hace como 25 años trabajó durante el verano en el aeropuerto internacional de Ginebra cargando y descargando maletas en los aviones. Eran ocho horas diarias con horarios variables de día en día. En general el equipo estaba reunido en un hangar jugando naipe, fumando o charlando al aire libre hasta que llegaba el jefe con la orden de ir a ocuparse de un avión.
Lo más fácil eran los aviones más grandes pues las maletas estaban guardadas en contenedores que descargaban o cargaban de una sola. Lo difícil eran los aviones pequeños y medianos en los que había que subir o bajar el equipaje uno por uno.
Como él es pequeño y le costaba trabajo, desde el nivel de la pista, subir o bajar las maletas, lo pusieron a trabajar en el interior de la bodega del avión; en verano es un espacio muy caliente y pequeño. Me dijo que él creyó el primer día que no lo iban a aceptar y pensó renunciar por lo pesado de la faena. Poco a poco su cuerpo se fue acostumbrando y al final del contrato todo le parecía más fácil gracias a los músculos que desarrolló.
Tenían media hora para cargar o descargar todo lo que llegaba o salía del aeropuerto en un avión teniendo cuidado de no ir a bajar maletas que debían continuar su viaje ni de olvidar una en el piso por ningún motivo. Eso no le impidió perder alguna.
Me dijo que los más fuertes y grandes las levantaban y aventaban sin piedad con el riesgo de que una maleta frágil se rompiera; esto sucedió cuando él trabajaba pero a un colega que manipulaba la maleta.
Hoy con todos los códigos de barras y los detectores electrónicos la operación ha mejorado. Siguen sin embargo perdiéndose más de noventa mil equipajes al año en el mundo entero de las cuáles unas diez mil solamente en Europa.
22:19 Anotado en Viajes | Permalink | Comentarios (0) | Tags: maletas, equipaje
sábado, 25 julio 2009
¡Ay!, maleta perdida
08:12 Anotado en Viajes | Permalink | Comentarios (2)