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sábado, 30 abril 2011

Perdido en la noche

NV-IMP738.JPGSteven me contó que estando de viaje durante un periplo laboral por varios países se despertó en la noche en un lugar desconocido y calmado. No había ningún ruido y no se acordaba dónde estaba. Salió de la habitación sin reconocer nada. Bajó a buscar con quien hablar pero todo estaba solitario y silencioso. Decidió volver a su cuarto creyendo que era una pesadilla y pronto despertaría en su casa. No lograba dormir ni recapitular el recorrido para determinar qué hacía allí. Impaciente volvió a bajar buscando una respuesta o indicios que lo llevaran a ella. Esa vez había alguien. No me lo dijo, pero probablemente sería alguien tan negro como él. Ni siquiera sabía en qué idioma tenía que hablar. Preguntó en inglés y poco a poco cayó en la cuenta de que estaba en un hotel de Cartagena de Indias y por fin terminó su pesadilla. Ha debido de ser horrible ese tiempo de despiste total. Me dijo que le encantaba mi país, esa ciudad colonial tan turística y bonita y sobre todo que le gustaba mucho el café colombiano, lo cual viniendo de un nigeriano conocedor de esa bebida y tan trotamundos, fue un buen halago.

martes, 26 abril 2011

Turismo y trabajo

NV-IMP736.JPGCuando llegué a Europa hace más de treinta años siempre me tomaba fotos frente a lugares donde pasaba, sobre todo para enviar a mi familia. Era una forma de compartir y de marcar mi recorrido. Hace tiempo que me pasó la costumbre y salgo en muy pocas fotos, como en esta. Me llevo muchos menos recuerdos fotográficos que antes. Claro que con las cámaras digitales ahora es tan fácil tomar y desechar que vuelvo a exagerar. En la casa tengo cajas de negativos y diapositivas y ahora el disco duro se va llenando de más fotos y vídeos. La misma pregunta vuelve sin cesar: ¿qué pasará con esas fotos? Hace años, la última vez que miré fotos viejas con mi madre, ella me iba identificando a fulano y a zutana, pero a veces ya no se acordaba quién aparecía. Tengo buena memoria para lugares y caras y muy mala para nombres.

Me acuerdo que estuve de paso en esta ciudad piamontesa hace muchos años en mi primera excursión a Italia; en esta plaza exactamente, no, pero sí, en otra con una escultura ecuestre que volví a ver ayer o antier. Aquí me siento como dentro de una película de Fellini o de otros famosos cineastas italianos. El idioma me encanta; se entiende bien a pesar de falsos amigos o palabras que no tienen ningún parecido al equivalente español o francés. Turín está relativamente cerca de Ginebra, creo que más cerca que desde Grenoble.

El fin de Semana Santa fue ideal para este viaje. Es la primera vez que vengo a pasar varios días. El clima no estuvo mal. Un poco de lluvia el sábado y sol el resto del tiempo. Me encantó el Museo del Cine que bien valdría la pena visitar con calma. ¿Será otra vez? Ayer estuvimos tomando el famoso chocolate turinense en un sitio conocido: Al Bicerin en la Piazza de la Consolata. ¡Delicioso! Luego, viendo la iglesia vecina con un interior casi barroco y una forma circular u oval poco común. En casi todas las columnas había escritos pidiendo gracias por esto o aquello o recordando difuntos. La sorpresa fue encontrar uno que decía: «A ricordo e suffragio del conte Gaspare Gloria morto in Bogota nel 1891 – l’fratelli» Y la imaginación que se dispara y empieza a imaginar una novela sobre la vida de este desconocido que vivió hace más de un siglo.

Mañana empiezo una reunión de trabajo. Hoy acompañé a mi esposa al tren que casi la deja pues nos equivocamos de estación. Tocó correr, tomar el metro y por fortuna llegamos justo cuando el tren Turín-París paraba en el andén. Ahora habrá llegado a casa después cambiar de tren en Chambery. Regresaré el viernes en carro por el túnel del Monte Blanco. Espero no dormirme del cansancio. Con seguridad pararé a dormir siesta. A ver si ahora termino de preparar mi presentación para la conferencia de mañana.

15:17 Anotado en Viajes | Permalink | Comentarios (1) | Tags: bitácora, italia

miércoles, 16 febrero 2011

Recurrencias

NV-IMP723.JPGComo de costumbre me perdí de nuevo en una ciudad extranjera, esta vez, en un país árabe. Iba con un grupo de personas, padres de familia, a dejar unos niños en un espectáculo para más tarde volver a recogerlos. Consciente de que no conocía bien el camino, tuve la precaución de anotar la dirección en un papel que guardé cuidadosamente en mi bolsillo. En el camino de regreso, como lo temía, me perdí del grupo. Decidí regresar sobre mis pasos hasta el lugar inicial con la esperanza de volver a ver a los otros al cabo de un rato. Recordaba que tenía que girar a la izquierda, caminar dos cuadras, girar dos veces a la derecha y de ahí, como no debería de quedar muy lejos, con seguridad reconocería visualmente el lugar. Debí de equivocarme en algún lado; ya no había ningún edificio familiar aunque todo parecía no estar muy lejos de la Plaza Tahrir en El Cairo. Me acordé del papel con las señas que había escrito y en ese momento me desperté. Busqué la dirección en vano y me di cuenta de que se me había quedado en el sueño, de manera que nunca sabré dónde quedaba ese lugar ni si fueron a tiempo a buscar a los niños. A menudo me pierdo en los sueños y me cuesta volver a la realidad al despertar.

08:00 Anotado en Recuerdos, Viajes | Permalink | Comentarios (0) | Tags: sueños, ficción