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sábado, 31 enero 2015

De paseo por la Ciudad Luz

paris,museosEl fin de semana del 11 de enero en mi escapada a París además de ver a mi hijo y de llegar a tiempo para participar en la manifestación contra el terrorismo, puede visitar cuatro exposiciones interesantes.

La primera fue en el Museo del Louvre sobre Marruecos medieval. Presentaba muestras de varios museos, principalmente españoles y marroquíes, sobre la época de los reinos árabes que se extendieron por la mayor parte de la península ibérica y el norte de África. Me impresionó ver la influencia de esas civilizaciones durante tantos siglos. Se ven por ejemplo leones de bronce que estaban en iglesias italianas o vestidos con inscripciones en árabe que usaba algún obispo en Inglaterra. Había monedas de reyes españoles que iban reconquistando la península con inscripciones en árabe que les servían como medio de propaganda. Una campana de una iglesia católica española terminó de trofeo en una mezquita marroquí con unas decoraciones que la transformaron y que si a uno no le dicen que es una campana de iglesia, podría pensar que fue hecha para servir de lámpara en un palacio moro. Fue interesante ver la influencia de los diferentes reyes moros y de su islamismo más o menos riguroso.

paris,museosHacía muchos años que no visitaba el Louvre. Ya había entrado antes y después de que construyeran la pirámide de vidrio que tanta controversia suscitó en los años ochenta. Esta vez tomé un audio-guía que me sirvió tanto para la exposición árabe como para el resto. El sistema está muy bien hecho ya que le va mostrando a uno el camino y explicando las diferentes obras según el programa escogido. Nos costó trabajo encontrar el inicio del recorrido de las principales obras maestras del museo (La Gioconda, la Venus de Milo, la Victoria de Samotracia, etc.), pero cuando entendimos el funcionamiento fue más fácil que si hubiéramos seguido a un grupo con su guía humano. La tecnología es sorprendente. Claro que a un guía de carne y hueso se le pueden preguntar cosas.

La segunda exposición fue sobre los mayas en el Museo del Quai Branly, al lado de la Torre Eiffel. paris,museosTambién alquilamos audio-guías que iban explicando las principales obras según el número de la vitrina. Esta civilización milenaria tuvo un desarrollo impresionante. Lo que más me interesó es el desciframiento de la escritura y del calendario que ha permitido entender sus fundamentos y su forma de vida. Es increíble que hayan alcanzado un grado tan alto de desarrollo y que al cabo de los siglos hayan desaparecido. Claro que el pueblo maya sigue vivo en la península de Yucatán en territorios mexicanos y guatemaltecos donde se hablan idiomas mayas que han permitido descifrar la escritura antiquísima.

paris,museosEn el mismo museo visité una exposición sobre los tatuajes a través del tiempo. Está muy bien hecha. Presenta la historia de esa práctica ancestral de marcar indeleblemente sobre la piel mensajes de todo tipo, desde dibujos y textos pequeños y discretos hasta obras de arte multicolores que cubren todo el cuerpo. Explica la evolución de la técnica y su relegación inicial en Occidente a los marginales: prostitutas, prisioneros, marinos, militares. La iglesia lo había prohibido ya que uno no debía dañar el cuerpo, obra de Dios, con esas marcas paganas. Hoy en día el tatuaje no es tabú, es una forma de arte. Los organizadores tuvieron la buena idea de presentar tatuajes muy variados en tamaño real hechos por tatuadores famosos del mundo entero sobre brazos y piernas en silicona.

paris,museosLa última exposición fue en el Hotel de Ville, la alcaldía de París, sobre las fotografías de la Agencia Magnum de la capital y desde su inicio. Muestra fotos de famosos autores como Cartier-Bresson,Capa, Riboud, Depardon, Martin Parr. Hay imágenes de todas las épocas importantes como la vida entre las dos guerras mundiales, la liberación, mayo del 68, la época actual, retratos de personajes famosos como Picasso, Marcel Marceau, Trousseau, Gainsbourg, Cocteau, Piaf, del antiguo mercado de Les Halles, la construcción del Centro Georges Pompidou. Es una presentación concentrada de fotos en blanco y negro, sepia o en color que dan una idea de lo que ha sido la vida parisina. Como no es muy grande, se puede recorrer fácilmente sin darle a uno tiempo para cansarse.

paris,museosPara terminar estuve en el Teatro de la Huchette, en el Barrio Latino, viendo la pieza de Ionesco La leçon (1951) que junto con La cantante calva lleva más de medio siglo en representación diaria. Es divertida y absurda como toda la obra del dramaturgo de origen rumano.

¡Ah! París es muy agradable cuando uno anda de turista, sobre todo fuera de la época turística. Hasta los meseros son simpáticos pues tienen tiempo de charlar con los clientes. El frío del invierno le da otro ambiente a la ciudad. Se disfruta más entrar a un bar a tomar una bebida caliente.

domingo, 31 agosto 2014

24 de junio de 1978

memoria, destino, tiempoEra el día soñado. Tras los controles de aduana del aeropuerto El Dorado de Bogotá, volteé a mirar para despedirme de un numeroso grupo de manos de familiares y amigos que decían adiós. Con casi 24 años me sentía maduro y listo para enfrentarme a lo desconocido. Era el viaje más lejano y más largo de mi corta existencia.

En un avión colombiano con azafatas «sin acento» prolongaba mis lazos nacionales invisibles. Se oían entonaciones exóticas en bocas de españoles de vacaciones a su patria y latinoamericanos de turismo a Europa.

El espacio entre las hileras de sillas era más grande que ahora. Había una gran pantalla de cine pero tocaba alquilar audífonos. Como no iba lleno, durante la noche con suerte se podía dormir acostado en varias sillas.

Las escalas fueron largas. En Caracas caminé varias veces el aeropuerto de un extremo al otro. En Puerto Rico, metidos en una salita sin tiendas con un policía en la puerta vigilando que nadie se escapara pero con bebidas y sándwiches gratuitos, la espera fue interminable. Madrid era el último contacto con gente hispanohablante. Yo llevaba dólares. Creo que no cambié dinero y bebí agua mientras nos llamaban de nuevo a abordar la nave. Las seis horas de diferencia me tenían perturbado.

Para el último trayecto, casi todos se habían bajado en España y pocos nuevos subieron. Estaba yo muy concentrado llenado los documentos de inmigración cuando un joven se acercó sonriendo mostrándome su pasaporte. No decía nada. Por fin comprendí que pedía ayuda para llenarlos. Era un mauritano con pasaporte en árabe y francés difícil de entender. Escribí lo que pude. Quizás era analfabeto.

Por la ventanilla yo escudriñaba el continente europeo esperando ver más ciudades que campo, dada la alta densidad de la población, pero no, todo era verde. No sé si logré ver París antes del aterrizaje en Charles de Gaulle y el encuentro con Francia. Llevaba un equipaje de mano de diez kilos y una gran maleta de veinte en la bodega. No tenían ruedas, pero con una pequeña carretilla metálica que compré cargué todas mis pertenencias. Al salir del avión me acerqué a un puesto de información para estrenar la primera frase en francés. La encargada contestó en español mostrando el camino.

Todo era nuevo y extraordinario: los días largos del verano con luz del día hasta casi medianoche, avisos con palabras recientemente aprendidas, el acento difícil de entender, el metro y sus olores característicos, la comida, la gente, la Torre Eiffel (primer lugar turístico que visité para convencerme de que no era un sueño), el ambiente y moda.

Fue una avalancha de impresiones. Recuerdos ahora tan lejanos y borrosos. Éramos cuatro afortunados becarios del Gobierno Francés escogidos ese año. Me tocaba pasar el verano en Grenoble estudiando francés y después empezar un postgrado en esa misma ciudad. La idea era volver al cabo de tres años con un doctorado en informática. ¡Quién iba a pensar que me quedaría a vivir aquí desde ese día!

martes, 01 julio 2014

Moustiers Sainte Marie

NV-IMP872.jpgUn pueblito pintoresco colgado de la montaña de los Alpes de Alta Provenza desde el siglo V. A pesar de estar protegido naturalmente por acantilados vertiginosos, tiene una muralla protectora desde la edad media. Más arriba del pueblo hay una capilla casi metida en la roca que es monumento histórico nacional francés desde 1921. Sus callejuelas tortuosas lo hacen a uno soñar con esos tiempos lejanos de vida dura en esta región. Desde lo alto, por encima de los techos de teja de barro, se divisan los campos de olivos y pinos. No muy lejos alrededor el campo se pone violeta por la lavanda. A lo lejos se ve un lago artificial creado en 1973 para formar una represa eléctrica; otro atractivo turístico, al igual que las gargantas del río Verdón donde los más deportistas y temerarios se lanzan en canoas sobre aguas color esmeralda. Hoy es el turismo y la cerámica lo que lo hace vivir. En esta época del año está lleno de turistas que la inmortalizan con sus cámaras fotográficas. Desde hace varios años son los turistas chinos los que más resaltan. También hay rusos que se pasean con familias rubias. Los europeos ya no son tan exóticos. Los comerciantes lugareños dicen que viven felices ahí. Son unas setecientas personas. En invierno puede caer nieve una par de veces pero no dura mucho. El clima está suavizado por la cercanía del mar Mediterráneo. Lo más curioso es que un grupo de tangueros se haya venido a pasar una semana en un antiguo monasterio donde tomamos clases con una pareja de bailarines y profesores que nos tratan de despertar las tantas clases y milongas que tuvimos hace años y han quedado olvidadas en nuestros músculos.

09:01 Anotado en Ocio, Viajes | Permalink | Comentarios (1) | Tags: tango, provenza