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jueves, 11 julio 2013

¿Por qué no me gustaban las pepitas?

NV-IMP850.JPGDurante unos diez a veinte años fui muy problemático para comer. Mi madre sufrió mucho conmigo pues no me gustaban las pepitas, es decir alverjas, fríjoles, lentejas, garbanzos, habas, habichuelas y todo lo que se les pareciera. No las podía comer. Era como una fobia increíble que me impedía meterlas a la boca y mucho menos tragármelas. Si me las daban en puré, hacía el deber de comérmelas, pero en general me la pasaba poniéndolas de lado con el tenedor para comer el resto. No podía explicarlo. Ya en mi familia todos estaban acostumbrados y ya no me forzaban. Para mí habría un plato especial ya que sabían que yo era muy regodión (colombianismo que, para mi sorpresa, no está en diccionario de la Academia aunque ya lo usaba el escritor Tomás Carrasquilla en los años 30). Era una vergüenza para mis padres cuando nos invitaban a comer y yo empezaba con mi filtrado automático de pepitas.

Durante la primaria y secundaria, siempre comía en casa. Cuando me tocó comer en la universidad a mediodía, pues no siempre tenía tiempo de regresar a casa, escogía los platos en la cafetería autoservicio. Muy rápido me di cuenta de que siempre terminaba comiendo lo mismo y me aburrí. Decidí, no sé cómo, dejar la bobada y empezar a comer de todo. Fue una revolución alimenticia. El mundo cambió completamente para mí en el ámbito culinario y mi paladar se civilizó.

Los más viejos de mi familia todavía se acuerdan de esa época y les parece increíble que con tanta maña ahora coma de todo. (Bueno, si me dan a comer serpiente o perro, ciertamente no podré hacerlo.) No me siento tan extraño al fin y al cabo, pues a uno de mis sobrinos y a mi hijo tampoco le gustan las pepitas. ¿Será hereditario?

Echándole cabeza creo que sé de dónde me llegó ese desabrimiento: tendría por ahí seis años cuando una vez comiendo alverjas uno de mis hermanos o primos dijo por chiste que lo que nos habían dado eran ojos de serpiente, ya que en efecto tenían unas manchas negras alargadas que le daban ese aspecto. Creo que esa fue la razón e inicio de mi fobia repentina. Seguro que si voy a consultar un sicoanalista, me encontrará alguna explicación en mi subconsciente por no sé qué rastro de mi vida intrauterina. Por eso mejor no ir a ver sicoanalistas.

sábado, 22 junio 2013

Lloviendo y haciendo sol

NV-IMP848.JPGCuando vivía en Colombia le ponía cuidado al clima, pero no tanto como aquí en Francia. Allá tenía dos estaciones principales: invierno, cuando llovía mucho, y verano, cuando llovía poco. No me imaginaba lo que era vivir fuera del Trópico. En estas regiones con cuatro estaciones marcadas, el año pasa a un ritmo diferente. En doce meses, nos tenemos que vestir como si viviéramos en el Polo Norte o en el Caribe al borde del mar, los días y las noches tienen longitudes variables con días muy cortos o atardeceres a las nueve o diez de la noche, el frío y el calor van de un extremo al otro. Con paciencia y sin cambiar de lugar se pueden sufrir todos los climas, mientras que en Colombia toca moverse de un lugar a otro de la geografía nacional para cambiar radicalmente pasando por ejemplo en una hora del frío de Bogotá al calor de Melgar.
El año 2013 ha sido hasta el momento muy extraño y particular, a menos que la memoria nos engañe y lo nuevo borre los recuerdos viejos. El invierno ha sido muy muy frío, con más nieve que nunca. La primavera pasó casi sin sol, con mucha lluvia y hasta nieve cuando menos se pensaba. Hasta las alergias me fueron más soportables y localizadas. El verano ha empezado oficialmente hoy pero estos últimos días la temperatura ha pasado en pocos días de niveles bajos a altos con diferencias de quince grados de un día a otro en una y otra dirección.
Lo más impresionante ha sido la tormenta que nos tocó vivir en Ginebra el jueves 20 de junio a eso de las cuatro de la tarde. Después de una mañana de sol y de temperaturas altas, el cielo empezó a cubrirse. La lluvia llegó con un viento muy fuerte hasta que empezó a caer un granizo como de bolas de golf. Fue muy delimitado. Impresionante sentir como el cielo se caía sobre nosotros como si el granizo quisiera romper los vidrios de las ventanas. Debido a menos de media hora de tormenta en donde volaron las hojas de los árboles y se cayeron ramas y troncos en varios lugares, por varias horas se interrumpió el tráfico aéreo, ferroviario y hasta líneas de buses dejaron a mucha gente esperando en las paradas o dentro de embotellamientos tratando de regresar a casa.
De mi trabajo a casa me toma normalmente unos veinte minutos de viaje en carro. Ese día me demoré casi una hora por la cola de carros en el camino y por vías cerradas por inundaciones o árboles caídos. Al final hubo menos daños de lo que imaginaba y de los que vi en la televisión en otras regiones.
Además con todo lo que se habla del calentamiento del planeta ya uno está pensando que estos fenómenos son culpa suya. No sabemos nada, pero da tema para conversar y pasar el tiempo o escribir una nota fútil como esta.

martes, 11 junio 2013

Erotismo

NV-IMP847.JPGVaya reto que me estoy planteando: participar en un concurso de novela erótica. Lo más difícil es definir qué es lo erótico para encontrar el justo medio entre lo sensual y lo pornográfico en la escala que va crescendo de travieso a picante, de erótico a obsceno, de soez a pornográfico. Excitar sin ser explícito ni crudo ni vulgar.

Primero hay que pensar en el lector. ¿A quién le gusta leer este tipo de literatura? Lo que para uno es erótico, no lo es necesariamente para otros. Tendrá que ver con la edad, el sexo y las orientaciones del lector. El joven adolescente tiene fantasías diferentes de la persona madura. La libido o deseo sexual se manifiesta de manera particular en el hombre y la mujer. La atracción y los tabúes varían para un casto, heterosexual, bisexual u homosexual.

Como ejercicio de estilo tiene dificultades propias, que lo distinguen por ejemplo de textos humorísticos, de terror, ciencia ficción, fantásticos o policíacos. Cada tema lleva su problemática y referencias históricas literarias.

Aún no he decidido escribirla. Lo seguiré pensando unos cuantos días para ver si encuentro la idea o el ángulo que me satisfaga y me inspire, aunque no queda mucho tiempo. Ya veremos.