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domingo, 11 marzo 2012

Los mocasines naranja

NV-IMP796.JPGNo sé si ya lo conté en estas notas o en otro ciberespacio. Fue viendo la película Monsieur Lazhar que recordé esta anécdota infantil que me sucedió cuando tenía como siete u ocho años. A esa edad y en esa época los varones queríamos ser muy hombres y diferentes a las mujeres. Seguramente los comentarios machistas de los amigos o del ambiente social se me habían metido en la cabeza desde hacía tiempo sin ser consciente como hoy de lo banal de todo eso.

Los colegios no eran mixtos. Los niños estudiábamos en colegios separados salvo en kínder y en primero o segundo de primaria. En segundo yo estaba todavía en el Liceo Especial que era colegio de niñas y ya tenía ganas de que me pusieran en uno de varones. Era cuando nos decían que los hombres no lloran, que las muñecas son para las niñas y los carros para los varones.

Fue entonces cuando mi mamá me dio de regalo unos mocasines de color naranja, en cuero, muy bonitos y vistosos. Me parecieron raros y lo primero que pregunté fue si eran para hombre. Me aseguraron que sí, que no había ningún problema en ponérmelos. Empecé a usarlos. Creo que fueron los primeros mocasines que usé en mi vida. Me gustaban por lo práctico de no tener que hacer el nudo de los cordones.

A los pocos días tuve una gran sorpresa cuando en el patio de recreo me encontré con una niña que tenía puestos exactamente el mismo modelo. Me dio mucha rabia y cuando llegué a la casa dije que no me los volvería a poner pues eran para niña. Me trataron de convencer explicándome que los mocasines eran unisexo (seguro que no usaron esta palabra pues todavía no estaba de moda). Yo hubiera preferido irme descalzo con tal de no volverme a poner esos zapatos. Viendo mi terquedad me propusieron cambiarles de aspecto, que los iban a poner de color negro o azul oscuro con betún, ya que no querían perderlos estando casi nuevos. Acepté a regañadientes volver a ponérmelos pero de todas formas no me gustaban ya.

Claro que jugando en le recreo se pelaban y les salía de nuevo el color naranja. Quizás hasta lo hacía adrede para que se acabaran más rápido. En casa me los volvían a embetunar cuando me veían llegar con ellos todos manchados.

No supe cómo terminaron. ¿Los dejé de usar porque mi pie creció demasiado? ¿Los rompí de tanto jugar con ellos?

Desde lo alto de mi edad madura recuerdo esos tiempos como si fueran sueños, como si hubiera vivido en otro mundo. Me hubiera gustado estudiar en colegios mixtos como los de hoy y en una época sin machismos absurdos, pero pensándolo bien uno tiene que vivir la época que le toca. Es lo que hay.

domingo, 26 febrero 2012

Vida pública, privada, secreta

NV-IMP794.JPG«Pour vivre heureux, vivons cachés»,
Jean-Pierre Claris de Florian (1755-1794)

Este proverbio francés salió de una fábula de Claris de Florian en la que un grillo que admira y envidia a una hermosa mariposa que vuela con gracia mientras él no se siente muy valioso en comparación. Lo malo es que unos niños atrapan a la bella mariposa y la matan. El grillo concluye que es mejor vivir escondido para ser feliz.

En este mundo de las apariencias y de búsqueda de reconocimiento y de la luz de los proyectores mediáticos es posible que el grillo siga teniendo razón y se viva más feliz escondido que buscando las efímeras gloria y fama sin conseguirlas. La posición del observador es muy cómoda. El que hace, actúa, construye y toma riesgos delante de un público puede ser objeto de críticas justas e injustas. Le pueden cortar la cabeza por querer sacarla del montón.

Por naturaleza he sido reservado y prefiero el puesto de observador cuando me encuentro en grupo. No soy quien va a monopolizar la palabra o a llamar la atención.

Se dice que se necesita de todo para hacer un mundo. Si todos fuéramos iguales sería aburrido. De todas formas vivimos en un sistema que interactúa constantemente. Hay que empezar por interesarse en los demás para ser correspondido.

No es la primera vez que reflexiono sobre esto, pero me hacía falta escribir un poco al respecto.

domingo, 29 enero 2012

Carga, sobrecarga, recarga, stress

NV-IMP793.JPGViernes todo el día en Luxemburgo asistiendo a un coloquio sobre traducción automática. Muy interesante desde el punto de vista de los argumentos que se pueden usar par convencer a los jefes y a los traductores de probar un sistema de estos. Me llevé a pasear el libro de árabe que no tuve tiempo de abrir. Sábado por la mañana en fitness para estirar los músculos de tanto estar sentado todo el día, compras matinales y carreras para almorzar a tiempo para llegar a un torneo de Scrabble en francés toda la tarde. Dos partidas interesantes con palabras raras como siempre además de unas cuantas nuevas en el diccionario oficial (ud, kat) y otras despistantes (anonnais que no hay que confundir con annone ni con anonas ni con anone, samoyède, ipe, ableret, kea). Fiesta latina en la noche con comida, baile y rifas. No gané premios ni en las rifas del Scrabble ni en las de la noche. Me gustan esas fiestas en las que no tengo que ayudar en nada sino sentarme a hablar con los amigos sin pensar en nada más, pues no formo parte de los organizadores. Hoy revisión de cuentas en el computador por la mañana, revisión de correo electrónico atrasado y preparativos para ir a cantar esta tarde. Tenemos cita a las dos de la tarde para ensayar. El concierto es a las cinco. El libro de árabe sigue sin abrir. Tomo estos minutos para escribir esto pues no me hubieran alcanzado para terminar la tarea. Eso sí, leí una página de un libro en árabe que estoy leyendo y hacía rato no miraba. Correr y correr, pero ¿para qué? De pronto decido ir a cine esta noche o me quedo en casa tranquilo.