martes, 22 diciembre 2009
Cambio climático
Con las noticias de la reciente conferencia de Copenhague, me ha quedado la impresión de que los países se han comportado como los participantes a una asamblea de copropietarios de una propiedad horizontal donde la habitación común es nada menos que el planeta Tierra.
En las reuniones de copropietarios se habla de los gastos reales, de los costos, de los presupuestos, de las obras urgentes que hay que emprender y de otras menos urgentes que se pueden posponer. Los gastos se reparten en general proporcionalmente a la superficie ocupada por cada participante, pero hay casos en los que la repartición es diferente, como por ejemplo los ascensores que les cuesta más caro a los que viven en las plantas más altas que a los que viven abajo.
Siempre hay unos que no quieren gastar y se oponen a todo ya sea porque no tienen dinero o piensan vender o por tacaños o irresponsables. Otros que teniendo apartamentos pequeños no dudan en votar ciertos gastos pues saben que su parte va a ser reducida o que acaban de llegar y quieren mejorar el estado de la construcción.
Cuando toca reparar el techo, las ventanas o la fachada, los de las plantas bajas no entienden que tienen que participar en los gastos de los pisos de arriba así ellos no vivan ahí. ¿Por qué tengo que pagar por un andamio si yo vivo en la planta baja y puedo pintar yo mismo mis ventanas con una simple escalera? Unos quieren mantener en buen estado el inmueble, a otros les importa menos pues no viven ahí y solo quieren recibir el pago de un arrendamiento reduciendo al mínimo los gastos.
Esto de mantener nuestro planeta en condiciones adecuadas para que en él puedan seguir viviendo nuestros descendientes durante muchos siglos es un asunto serio que se debe tratar con soluciones a largo plazo y no solamente teniendo en cuenta la próxima elección local o nacional.
http://www.un.org/spanish/News/fullstorynews.asp?newsID=1...
08:00 Anotado en Elucubraciones | Permalink | Comentarios (0) | Tags: planeta, política, calentamiento
lunes, 21 diciembre 2009
Concierto de Navidad
Ayer estuve en el concierto de Navidad del coro de Eaux-Vives de Ginebra. Es un grupo de unos cincuenta cantantes que acompañados de un piano y una flauta traversa nos presentó 18 villancicos en francés pero de origen variado. Queda todavía una posibilidad de verlos el martes 22 en el templo de Malagnou. El viernes con la nieve no logré llegar a tiempo. El domingo estuvo mejor pues nevó al final del concierto y el paisaje navideño resultó muy apropiado. Da gusto oír o cantar en un coro con suficientes cantantes para cada pupitre de voz. Algunas canciones eran conocidas, especialmente una que se llama Noëls des enfants du monde que mi hija cantaba de niña con el coro de su colegio.
08:00 Anotado en Música | Permalink | Comentarios (0) | Tags: coro, navidad, villancicos
domingo, 20 diciembre 2009
La Insolación
El cachorro Old salió por la puerta y atravesó el patio con paso recto y perezoso. Se detuvo en la linde del pasto, estiró al monte, entrecerrando los ojos, la nariz vibrátil, y se sentó tranquilo. El sol golpeaba con fuerza. No llovía desde hacía un mes. Los campos estaban secos. Old tenía sed pero seguía acompañando a su ama que desnuda tomaba el sol al borde de la piscina desde hacía rato. La mujer era un poco excéntrica. Tenía amigos que venían a verla, hablaban, bebían, dormían juntos y al día siguiente se iban sin volver a aparecer o llamar durante semanas. Se las arreglaba para que no se cruzaran. Si no la llamaban, se encargaba de recordarles dónde era su casa. Fue Sean quien le regaló ese perrito en su última visita. Le dijo con acento irlandés: «Carmen, te regalo este fox terrier para que no estés tan sola y te acuerdes de mí». Era muy ecológica, estaba en contra de la ciencia, no tenía horno de microondas, no usaba teléfono celular, le temía a los cables de alta tensión, a las computadoras y a tantas cosas modernas que la llevaron a vivir aislada en el campo. Felizmente tenía su fortuna, herencia de maridos ricos que coleccionaba como muebles viejos de anticuario y que iban muriendo uno tras otro dejándola cada vez más opulenta y con más amantes. El sol golpeaba, Carmen en su duermevela sentía debilidad, dolor de cabeza, calambres y mareos que la estaban matando. Casi no tenía fuerza para servirse una copa de vino helado de la mesa aledaña. «He tomado demasiado. He exagerado con mis amantes. No he debido haber llamado a Francesco, pero es tan libre y atrevido que no me pude retener. Me estoy envejeciendo», se dijo y se sentó de un golpe. La cabeza le dio más vueltas, las nauseas le provocaron vómitos que retuvo de milagro y una sensación de preocupación le aceleró los latidos ya fuertes de su corazón. Estaba confundida, sentía fiebre. Old se acercó moviendo su cola y le ladró pidiendo atención. Carmen se levantó, tambaleó, quiso ir al baño, un desmayo la hizo caer dentro de la piscina inconciente. Old ladraba angustiado sin poder ayudarla. Filippo su fiel mayordomo llegó corriendo y la sacó a tiempo. Su patrona estaba de nuevo insolada, víctima de la única radiación peligrosa que ella no temía.
Inspirado en una frase de Horacio Quiroga en «La insolación», http://www.ciudadseva.com/textos/cuentos/esp/quiroga/inso...
08:03 Anotado en Juego de escritura | Permalink | Comentarios (3) | Tags: ficción, radiaciones

