viernes, 01 enero 2010
Dos mil diez
¡Ya llegó el nuevo año! Esperemos que sea mejor que los anteriores y que nos traiga salud, dinero y amor, como dice la canción. Con la crisis económica, los cambios climáticos, las guerras, el terrosismo, las epidemias y la violencia de todo tipo, no es fácil ser esperanzado. Sin embargo, mi naturaleza es optimista y siempre tengo la ilusión de que el ser humano tiene recursos insospechados para salir adelante. La curiosidad también es un motor que me anima a esperar un futuro mejor y deseo vivir para conocerlo.
Hay regiones del mundo que siguen imponiéndose a la actualidad como por ejemplo Irán. Cuando llegué a Francia en 1978 estaba en plena crisis con el cha y los seguidores del ayatolá Jomeini se reunían en el campus de la universidad de Grenoble. Hoy los problemas continúan como si la historia patinara. En otras regiones los cambios parecen gigantescos, para bien o para mal.
En 1910, mi padre estaba casi por cumplir un año de edad, mi madre no había nacido, mi abuela materna era una adolescente. La Wikipedia me dice que en ese año nacieron el guitarrista Django Reinhardt, el actor inglés David Niven y el oceanógrafo Jacques Cousteau, y murieron Mark Twain, el rey Eduardo VII de Inglaterra y León Tolstoi, además el premio Nobel de literatura fue un tal Paul Heyse (ni idea de qué pudo haber escrito ni de su nacionalidad).
En 1810, Colombia declaró su independencia de España, pero cayó en la dependencia de otras potencias y continuó dirigida por los descendientes de los colonizadores. Napoleón se separó de Josefina, Beethoven compuso Para Elisa, América Latina estaba proclamando su independencia por todas partes mientras Napoleón dominaba a España.
¿Qué se dirá del 2010 que comienza dentro de uno o dos siglos si la humanidad no se ha extinguido por su propia culpa? Mientras tanto, ¡feliz año nuevo!
jueves, 31 diciembre 2009
Cuentos de Bolaño
Terminé de leer un libro de cuentos de un escritor que no conocía hace seis meses. Pregunté a una amiga chilena que estaba de paso por aquí si era conocido en su país. Me dijo que sí pero que no tanto pues parece que cuando anunciaron su muerte en la televisión, una periodista lo confundió con el Chespirito.
Murió a los cincuenta años antes de que le pudieran transplantar un hígado. Según leo en la Internet, estaba en la lista de espera para un transplante. Uno de los últimos textos de este libro que me impresionó mucho, pues habla de su enfermedad y de su muerte cercana con una tranquilidad aparente y una lucidez y claridad asombrosas.
El último texto del libro, Los mitos de Chtulhu (¡qué nombre tan raro!; parece una deformación del francés j'ai tout lu), me hizo pensar en Miguel Ángel de Rus, de Ediciones Irreverentes, y en Santiago Maspoch, un amigo profesor de literatura de mis hijos, pues habla de la literatura actual y de los valores relativos del éxito de librerías. Interesantes sus reflexiones.
Las malas lenguas dirán que es gracias a su muerte prematura que se ha vuelto conocido. Tuve ese temor al empezar la lectura pero me doy cuenta de que era un buen escritor, con un universo propio y particular.
Supongo que los cuentos en este libro siguen cierto orden cronológico. Recopila tres de sus libros. En los primeros se notan influencias chilenas y mexicanas, otros tienen un olor a España por expresiones y lugares que no parecen corresponder a un escritor latinoamericano. Otros cuentos son muy neutros y no delatan ninguna nacionalidad en especial.
A mí me gustan los cuentos que terminan con una sorpresa, estilo Edgar Allan Poe, Borges, Cortázar, Hemingway, Pushkin o Chejov, como el nocaut del que hablara Cortázar. De este tipo, hay pocos en el libro de Bolaño. Por el contrario, hay muchos en los que lo importante es la descripción condensada de vidas singulares y al mismo tiempo ordinarias, que uno va siguiendo sin entender muy bien a dónde se va a llegar ni qué objetivo tiene el escritor; demuestran más bien el placer de escribir y de leer. En ese sentido el más peculiar para mí es Vida de Anne Moore. También experimenta a veces con diferentes estilos, puntos de vista y temáticas, sin olvidar sus toques de humor que hacen sonreír de vez en cuando. Me pareció interesante y ameno.
Bolaño, Roberto
Cuentos.-- Barcelona : Círculo de Lectores, [2008].-- 529 p ; 22 cm
Contiene: Llamadas telefónicas ; Putas asesinas ; El gaucho insufrible
D.L. B 42555-2008.-- ISBN 978-84-672-3289-9.-- 821.134.2(83)-31"19"
Texto de la contraportada: En ocasiones son relatos de misterio que no lo parecen, en otras, cuadernos de viajes al límite, algunas veces, viñetas de costumbrismo alucinado y casi siempre, todo a la vez: los cuentos de Bolaño, algunos de ellos pequeñas novelas por derecho propio, son la introducción perfecta para aquellos que aún no se han aventurado en el peculiar universo del escritor, o el complemento ideal para los que ya se han enfrentado a sus grandes obras.
miércoles, 30 diciembre 2009
Un día (16 de diciembre de 1999)
¿Cómo escribir sobre un día en veinte minutos? Primero tendría que escoger qué día describir. El día que conocí la nieve, el día que puse los pies en Europa por primera vez, el día que fui papá, el día que escribí un cuento por primera vez, el día que besé a mi primera novia, el día que me perdí en la noche en Barcelona y pasé una hora buscando en carro el camino para llegar a la casa, etc.
¡Eso es demasiado para veinte minutos (que ya son quince). Entonces, para facilitar las cosas, tomaré el día de hoy.
¡Ring, ring, ring! Suena el reloj a las cinco y treinta de la mañana (debería decir de la madrugada). ¿Quién me mandó a ponerlo tan temprano? Me levanto en la oscuridad y lo apago maquinalmente como siempre. Voy al baño y luego a desayunar sólo en la cocina. Oigo las noticias y mientras tomo un jugo de naranja, un café con leche y tostadas con mermelada y mantequilla, empiezo a pensar en lo que tengo que hacer en las próximas horas. Lo más importante del día será escribir un informe para la reunión que tengo a las cuatro de la tarde en la oficina. Las noticias no son buenas (como csi simpre): guerra en Chechenia, carreteras heladas en Francia, política, desempleo, etc. (Me quedan diez minutos para terminar este texto.) Al fin desayunado, abro los postigos de la ventana de la sala para tantear el clima. Cielo despejado, temperatura de unos menos dos grados centígrados, no hay lluvia ni nieve, los vidrios de los carros en el estacionamiento no tienen escarcha..
Rápido, afeitada, lavado de dientes y una buena ducha que termina de despertarme definitivamente. Llamar a los niños y pelear con Diego para que abra los ojos y se dé cuenta que es la hora de pararse. Son las seis y cuarto de la mañana y Coni sale de sus cobijas frotándose los ojos. Mientras ella deja la habitación y yo me visto. Echo un vistazo a las noticias en la televisión en France 2, pero más que todo, lo que disfruto es del ambiente que le pone al programa el periodista William Lemergie (¡no sé cómo se escribe!). ¡Tiene mucha gracia!
Tender la cama, vestirme y preparar los documentos que pienso llevarme. La casa comienza a agitarse. Los niños se dan cuenta de que se les está haciendo tarde. (Me quedan tres minutos para terminar este texto.)
Miro y clasifico el correo que no tuve tiempo de leer anoche (¡Ah! Por eso me levanté tan temprano.) Llegan las siete y veinticinco minutos y debo prepararme para salir. Zapatos, bufanda, abrigo, maletín (hoy no llevo paraguas). ¿Qué se me olvida?
¡Ah! Recordarle a Coni que tenemos clase de tango en mi trabajo a las doce y quince, que no olvide llevar los zapatos de baile, que no olvide llevar los papeles que le preparé para la aseguradora. ¡Ah! Esta noche hay Scrabble. Llevaré de una vez el juego. ¡Ah! Esta noche tenemos taller de literatura con Abril. ¿Cuándo tendré tiempo de hacer la tarea que nos dejó?
(Son las seis y doce minutos de la tarde. Rápido. Imprimo este papel y salgo corriendo para la Maison St.-Pierre. ¡Ni siquiera pude revisar la ortografía ni la puntuiación. Ojalá no haya escreito frases muym largas...)
08:00 Anotado en Recuerdos | Permalink | Comentarios (3) | Tags: escritura, decenio