jueves, 26 agosto 2010
Tolerancia
El diccionario define tolerancia entre otras cosas como el respeto a las ideas, creencias o prácticas de los demás cuando son diferentes o contrarias a las propias. También tiene esta otra acepción: reconocimiento de inmunidad política para quienes profesan religiones distintas de la admitida oficialmente.
Me parece que esta noción es fundamental en democracia. Si se acepta que la mayoría escoge, es importante que la misma mayoría no vaya a menospreciar y a oprimir a la minoría sin tener en cuenta sus puntos de vista y sus derechos, ni que la minoría decida hacerse justicia sola queriendo imponer sus ideas a la fuerza y con violencia.
Lo malo es que mucha gente quisiera vivir en un mundo a su conveniencia, a su imagen y semejanza desde el punto de vista de sus ideas; quisieran que toda oposición desaparezca, que los que no piensan como ellos se callen y no tengan derecho a chistar.
Ya Voltaire decía que mientras existan pueblos y gobernantes intolerantes, habrá guerras, tumultos y, por tanto, desgracia; por el contrario, la tolerancia proporciona paz y prosperidad a la sociedad. En cierta forma afirmaba: no toleres la intolerancia.
En el mundo actual con tanto extremista y fanático suelto, sería muy saludable para la humanidad el triunfo de la tolerancia si esta naciera en ellos. Así esta gente dejaría de ser un peligro para todos.
16:59 Anotado en Elucubraciones | Permalink | Comentarios (1) | Tags: sociedad, democracia, extremismos
martes, 24 agosto 2010
Por fin en la sin salida
El hombre se estrelló contra la pared del callejón sin salida y cayó desmayado mientras la policía llegaba en su busca. Lo venían persiguiendo desde la librería donde lo vieron salir corriendo sin saber qué pasaba pero con los atracos que habían sucedido últimamente no dudaron un segundo en pensar que tenían delante de ellos al ladrón. El hombre había entrado a comprar un libro sobre cómo escribir una novela en noventa días pues quería participar en un concurso literario. Estuvo tan contento y tan apresurado que salió corriendo para empezar de inmediato su obra. Los policías gritaban alto ahí, manos arriba, pero el hombre no se daba por enterado ya que era medio sordo. Le había llegado la noticia del concurso por correo electrónico y la idea de escribir desde el final hacia el comienzo le pareció divertida. Era aficionado a la escritura pero se sentía muy inmaduro para obtener un buen puesto. Sin embargo le gustaba participar y tener la ilusión de que iba a ganar. Ser profesor de literatura desempleado lo tenía frustrado y nervioso. Si ganaba el concurso podría olvidarse del trabajo de profesor y dedicarse a escribir como cualquier Cervantes. El premio era gordo. Cuando por fin se dio cuenta de que lo estaban persiguiendo, vio a los agentes con sus pistolas desenfundadas y oyó un par de tiros al aire, se asustó mucho pero en vez de parar corrió más rápido y se equivocó de calle. Al voltear se encontró frente a la sin salida y no tuvo tiempo de frenar. Cuando se despertó en la ambulancia había perdido completamente la memoria y su historia se había esfumado para siempre.
08:00 Anotado en Juego de escritura | Permalink | Comentarios (0) | Tags: ficción, en contravía
domingo, 22 agosto 2010
Otro punto de vista
Me encanta sentir que soy yo quien lleva la batuta. ¡Cómo no! Hay música que me encanta, otra que odio y otra que me es indiferente. Me gusta sobre todo durante los festivales de verano al aire libre con un clima agradable, ni frío ni calor, viendo llegar la noche suavemente. Delante de una gran orquesta, con una bonita cantante a mi lado, los violines que bailan ante mí, los instrumentos de cuerda que van de maravilla con la voz humana, los instrumentos de percusión que dan ritmo al conjunto. Lo malo es que dependiendo del director puedo pasarla muy mal. Unos enérgicos me marean con tanto movimiento. A veces creo que voy a salir volando por los aires cuando pinchan desde lejos con fuerza a algún músico que debe entrar en un momento preciso de la pieza. Son verdaderas punzadas a distancia. Me asustan mucho. Otros parece que fueran a partirme los huesos con la fuerza con que me agarran las tripas. Los más suaves me dejan bailando en el aire como si estuviera flotando. Tengo la impresión de que soy yo quien dirige la orquesta que sea una pieza clásica, moderna, de jazz o de cualquier estilo. Estoy muy atenta a las instrucciones del director. Los hay impresionantes de energía y otros suaves y sutiles que dirigen como si tuvieran la orquesta en la punta de los dedos. No sé cómo voy a terminar mis días pues una batuta nueva y de calidad es muy apreciada por los directores, que sin ella no son nada, pero yo ya soy una pobre batuta que comienza a envejecer y un día de estos me van a quebrar o a perder.