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jueves, 19 mayo 2011

El que mucho abarca

NV-IMP743.JPGAquí estoy otra vez con la duda existencial. Nunca tengo suficiente tiempo para todo lo que me gusta. Me va a tocar detenerme a pensar qué actividades continuar y cuáles abandonar. Es una lástima pero es la realidad. Solo hay veinticuatro horas al día durante las cuales hay que dormir, comer, transportarse, trabajar, leer, escribir, observar, aprender, charlar, amar… Además hay cosas que me gustaría hacer y no puedo comenzar. ¿Será porque la naturaleza tiene horror al vacío?

Hace mucho tiempo que no me aburro de hacer nada. Quizás desde niño no me ha vuelto a suceder. A veces me tocaba acompañar a mi madre o a mis tías a visitas aburridísimas donde tenía que sentarme juicioso a oírlas hablar de cosas sin interés o estar jugando solo sin mis hermanos en casa o sin amigos en el barrio y terminar aburrido. Dicen que es bueno que los niños tengan tiempo que perder, que eso desarrolla la mente y la imaginación.

Tampoco me gusta especializarme en una sola cosa y dedicarle todo el tiempo. En la variedad también está el placer. Quizás lo que me da más trabajo en este momento y a lo que le dedico menos tiempo de lo debido es al estudio del árabe. Me queda hasta comienzos de junio para decidirme a continuar en septiembre o no. Como dice el dicho: ni tanto que queme al santo, ni tanto que no lo alumbre.

sábado, 30 abril 2011

Perdido en la noche

NV-IMP738.JPGSteven me contó que estando de viaje durante un periplo laboral por varios países se despertó en la noche en un lugar desconocido y calmado. No había ningún ruido y no se acordaba dónde estaba. Salió de la habitación sin reconocer nada. Bajó a buscar con quien hablar pero todo estaba solitario y silencioso. Decidió volver a su cuarto creyendo que era una pesadilla y pronto despertaría en su casa. No lograba dormir ni recapitular el recorrido para determinar qué hacía allí. Impaciente volvió a bajar buscando una respuesta o indicios que lo llevaran a ella. Esa vez había alguien. No me lo dijo, pero probablemente sería alguien tan negro como él. Ni siquiera sabía en qué idioma tenía que hablar. Preguntó en inglés y poco a poco cayó en la cuenta de que estaba en un hotel de Cartagena de Indias y por fin terminó su pesadilla. Ha debido de ser horrible ese tiempo de despiste total. Me dijo que le encantaba mi país, esa ciudad colonial tan turística y bonita y sobre todo que le gustaba mucho el café colombiano, lo cual viniendo de un nigeriano conocedor de esa bebida y tan trotamundos, fue un buen halago.

miércoles, 30 marzo 2011

Aprender de niño

De niño uno no se da cuenta de las enormes capacidades de aprendizaje que se tiene. Si uno ha tenido la suerte de haber nacido con el mínimo de validez para llegar a ser una persona normal, en un año de vida ya está hablando, caminando y comiendo casi todo tipo de alimentos. Con la edad esas capacidades o la simple curiosidad se van atrofiando y se vuelve más difícil memorizar palabras de un nuevo idioma, bailar ritmos nuevos o aventurarse a comer platos exóticos. Nos vamos acostumbrando a nuestro medio y pocos son lo suficientemente aventureros para cambiar y conocer cosas nuevas.

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Por ejemplo los niños aprender a bailar muy fácil si están dentro de un ambiente donde la gente baila. (Véanse los vídeos adjuntos a esta nota.) Dicen que Mozart de niño aprendió tan bien la música, como si fuera un juego tan solo mirando a su hermana mayor tomando clases con su padre, que pudo viajar por Europa con su padre demostrando sus prodigios cuando aún era muy niño. Cuentan también que el campeón mundial de ajedrez, el cubano Capablanca, a los cuatro años ya sabía cómo mover las piezas sin que nadie le enseñara y podía ganarle con facilidad a un jugador principiante. Recuerdo ver sobrinos míos de dos años que ya bailaban muy bien los ritmos tropicales. Un amigo me contaba que en las obras públicas los jóvenes que tenían costumbre de jugar por computador con las manijas de juego, aprendían muy fácil a manejar las grúas. Pasa lo mismo con los niños indios en la selva que son buenos cazadores muy jóvenes. No deja de sorprenderme.